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30 de junio de 2020

Modas virales

La última moda en las redes sociales era sacarse una foto con solamente un barbijo cubriendo las partes íntimas.
De un día para otro las únicas imágenes que se veían eran cuerpos desnudos con un pedacito de tela ahí abajo. Los moderadores de las redes en vano trataron de impedir la propagación del desafío viral.
Pero como toda moda, y más en estos tiempos vertiginosos, ya pasó. Ahora el reto es la foto totalmente vestidos, con una parte íntima al aire. 
Es difícil precisar cuál de las dos tuvo más exito. Aunque más difícil todavía es imaginar el próximo desafío.

29 de junio de 2020

Cervecero

Necesitaba un pasatiempo que al mismo tiempo le fuera práctico. Había probado con varias cosas: salir a correr, modelismo, guitarra, troll en redes sociales, pero nada lo convencía. Hasta que se sumergió en el mundillo de la cerveza artesanal. 
No solo le gustó, ocupó su tiempo libre y le dió una excusa para tomar cerveza junto a sus amigos, sino que reveló en él una faceta que no conocía, que era la imaginación para crear sabores.
Tras probar las variedades tradicionales, comenzó a experimentar: frutales, con chocolate, con leche, frutos secos. Luego fue por el lado de las legumbres y verduras. La de remolacha fue un éxito. Pero no conforme, buscó otros horizontes para el paladar. Primero hongos, luego carnes, comidas caseras (la de canelones ganó varios premios) y cuando parecía que había alcanzado un techo, descubrió el mundo de los sólidos: ladrillos, rocas, calefones, cartón corrugado, hierro, acero, aluminio.
Actualmente está experimentando con oro y diamantes, para un jeque árabe. Lo cierto es que cuando le preguntan cuál es la que más le gusta, responde siempre lo mismo: la que aún no cociné.

28 de junio de 2020

Tecnología

Desde no hace mucho hay aplicaciones en el celular para calcular el horario en el que pasa el colectivo. Esto, según Mateo, le ha quitado sustancia a la vida. Ya no hay riesgo de llegar corriendo y perderlo por metros, o de estar esperando una eternidad pensando en mil cosas y nada al mismo tiempo con esa premonición casi siempre errónea de que el bondi cambió el recorrido y uno no se ha enterado.
Solo basta organizarse, mirar con antelación en la aplicación y salir con el tiempo necesario. La aplicación mató el riesgo, el sentido de la aventura.
Por eso reniega tanto Mateo de la tecnología. Hasta va más allá y muestra su contrariedad para con el día en el que ni siquiera uno tenga que salir de su casa para trasladarse hasta otro lugar.
Fastidiado, termina siempre de la misma manera sus discusiones: "Hasta dónde vamos a llegar, hasta dónde. Vamos a convertirnos en esclavos de la tecnología... si es que ya no lo somos". 

27 de junio de 2020

Hipótesis

Inventé una historia, totalmente inverosímil. Muy grotesca, burda, tonta. Cualquiera que la escuchara, se reía o se enojaría, por las barbaridades que decía, involucrando además, a personas de la ciudad. Pero no se la conté a nadie. En cambio, con un programa de diseño, la preparé como si fuese una noticia publicada en un diario. Luego imprimí el recorte y le tomé fotos. Finalmente la compartí en varios grupos. Para la noche, todo el mundo daba por sentado que aquella historia era real.
No importa lo que dijera, cómo lo desmintiera, era mayor el poder de destrucción de una mentira que el de reparación de mil comunicados posteriores. Y no era necesario que pusiera a prueba la hipótesis. La historia estaba repleta de ejemplos.

26 de junio de 2020

Alimento perfecto

Todo lo que comía le caía mal. Comenzó a dejar los fritos, el alcohol, luego las comidas muy calóricas, los azúcares, las harinas, los lácteos, las carnes, los procesados, todo lo que tuviera químicos. Pero seguía sintiéndose mal. Dejó las legumbres, las verduras, y finalmente las frutas.
Ya sin opciones para comer, con mucha bronca, le dió un mordisco a un libro. Muy para su asombro, lo notó exquisito. Era una edición ilustrada de Los viajes de Gulliver. Se lo devoró en pocos minutos. De postre comió el tomo uno de Mafalda.
Desde entonces, no tiene problemas digestivos. Salvó, quizá, cuando prueba algún libro de política o de autoayuda. Y lo que más le gusta es que ahora va a comprar la comida en librerías de saldo. Eso sí, de tanto en tanto se da un gusto y cena en la librería de algún shopping de moda.

24 de junio de 2020

Lucidez

En sus últimos días había perdido la lucidez. Cada tanto volvía a ser el de siempre pero eran pequeños destellos en una cada vez más pronunciada desmejoría.
Olvidaba nuestros nombres, los recuerdos más próximos y evocaba situaciones que nunca habían ocurrido o totalmente deformadas. La realidad que había conocido se disolvía en la fragilidad de su cuerpo, en la aterradora sombra de la muerte que cada vez acechaba más cerca.
Aquella tarde, preocupado, me dijo que había olvidado su avión fuera del hangar. Apreté su mano y reprimiendo un suspiro de resignación, le dije que no se preocupara, que nadie le robaria un avión. Sonrió y descansó.
Fue más tarde que nos dejó. Entre la burocracia de los papeles, el velatorio y todos los ritos de rigor, volví a casa dos días después. Pensé que el cansancio me jugaba una mala pasada, pero no. Aún no puedo mover el avión del frente de casa y el municipio amenaza con multarme por interrumpir el tránsito en la calle.

22 de junio de 2020

Acromatopsia

Una afección de muy pequeña provocaba que todo lo viera en matices blancos, negros y grises. No conocía los colores ni podía imaginarlos. Los demás lo comparaban con vivir en una película filmada antigua. Para ella, era su realidad, su forma de conocer el mundo. No podía, tampoco, extrañar lo que no podía entender.
Le preguntaban mucho sobre eso, porque era una pintora muy famosa. Sus cuadros eran maravillosos y el color resaltaba de una manera pocas veces visto. ¿Cómo podía lograrlo? la interrogaban una y otra vez. Tan solo sonreía, pero nunca respondía. 
Para ella no era tan difícil, solo debía cerrar los ojos y dejarse llevar. El diablo cumpliría el resto del pacto.
"Cuando sea grande, quiero ser la pintora más famosa del mundo" dijo a los tres años en aquella habitación oscura. Una voz le respondió: "Deseo concedido, pero en lugar de tu alma, me llevo tus colores".

21 de junio de 2020

En la isla

Cada mañana la embarcación partía hacia la isla llevando alimentos, elementos de limpieza, ropa y algunos niños que cruzaban el río para asistir a la escuela.
Retornaba por la tarde, aligerada de peso, solo con los niños después del día de clases.
Los días de tormenta no salía, y si el clima cambiaba durante la jornada, no volvía y los pequeños dormían en las instalaciones del colegio isleño. 
Una lluvia los obligó a quedarse, cómo tantas otras veces. Pero esta vez llovió una semana seguida. Emprendieron el regreso tras la séptima tarde en la isla. 
Volvían contentos, pero al llegar a la costa, la ciudad ya no estaba.

20 de junio de 2020

Sirenas

Cada vez que suenan las sirenas de la policía, de los bomberos o de alguna ambulancia, se me paraliza el corazón. Es como que se activa un proceso en mi cuerpo, poniéndose tenso hasta el último músculo. Y la atención se fija en el teléfono, porque - pienso - en cualquier momento va a sonar y una voz desconocida me va a informar de alguna desgracia.
Hoy las escuché una vez más, tan fuertes, tan cercanas, que me obligaron a abrir los ojos bien grandes. Busqué el teléfono, casi a ciegas, mientras el cuerpo se convertía en un bloque de nervios. 
Comprendí entonces que no podía hacer un solo movimiento, apretujado entre los hierros retorcidos del coche. El teléfono no iba a sonar. Las sirenas venían por mí.

19 de junio de 2020

Corte y confesión

Varias veces estuvo a punto de confesarle su pasatiempo a sus clientes. No a todos, claro, sino con aquellos que más confianza había ganado en sus años de profesión. 
La tijera y la navaja, dos elementos cortantes y si se quiere, mortales, crean un vínculo que otras profesiones no tienen. Ser peluquero requiere responsabilidad. Un peluquero que se pianta corta una garganta de lado a lado. El vínculo es de entrega entre uno y el otro. Por eso estuvo a punto, y sin embargo, no se animó. 
Cuando cierra el local, barre todos los cabellos y los mete en una bolsa. En su casa, más tarde, los separa por color y tonalidad. Luego agarra alguno de los tantos  gatos que tiene drogados y con minuciosa precisión, empieza a injertar sobre la piel los cabellos de sus clientes, para transformarlo en una especie de león en miniatura y sumarlo a su colección de monstruos salvajes que tanto lo llenan de felicidad.

18 de junio de 2020

Soñador

De chiquito soñaba con tener una espada. Quizá por eso terminó trabajando en una carnicería, manejando una cuchilla enorme con la que podía hacer los cortes fácilmente.
También soñaba con atravesar mil peligros y rescatar de las garras de un poderoso enemigo a su amada princesa, casi siempre encerrada en un castillo. Por eso quizá cada tarde cruzaba las vías y se mandaba para el otro lado del pueblo, dónde no era visto con buenos ojos, para visitar a su novia.
Claro que lo que siempre deseó, más que nada, fue derrotar a un dragón furioso. Es probable que sea la causa que lo llevó a cortarle la cabeza al padre de su novia valiéndose de su enorme cuchilla, cuando lo descubrió metiéndose a hurtadillas por la ventana.
Ahí anda ahora, prófugo en otros reinos.

17 de junio de 2020

Un cumpleaños

El hombre llevaba un sobretodo marrón bastante desgastado y una bufanda que le daba dos vueltas al cuello y le cubría la mitad del rostro. Las arrugas que se dejaban ver delataban el paso del tiempo.
- Deme un whisky - dijo - Es mi cumpleaños.
Detrás del mostrador doña Berta lo miró y con cierta incomodidad le hizo notar una obviedad, al menos para ella.
- Esto es una tintorería.
El hombre miró a su alrededor.
- Entonces deme lo más fuerte que tenga.
- Tengo un quitamanchas importado, muy bueno.
- Deme un vaso y déjeme la botella.
Se acodó en el mostrador y en quince minutos se bebió casi todo el líquido. Pagó en efectivo y dejó una buena propina. Cuando se iba, doña Berta le deseó feliz cumpleaños. Al hombre se le llenaron los ojos de lágrimas. Devolvió el saludo inclinando la cabeza.
Doña Berta pasó un trapo sobre el mostrador y sirviéndose el culito que había quedado en la botella dijo en voz alta "cada loco con su tema" y tras elevar el vaso en un brindis ficticio apuró la bebida con resignación. 

16 de junio de 2020

Casa con escalera

En la calle en la que vivo hay una vivienda que no tiene ni puertas ni ventana, tan solo un buzón para el correo y una escalera que sube al techo.
Jamás he visto a nadie salir ni entrar. Pero si he notado que le han despachado cartas y facturas de servicios en el buzón. Ya estaba cuando me mudé, hará un año. Le pregunté a algunos vecinos, pero solo sonríen y cambian de inmediato de tema.
Una noche esperé a que no anduviera nadie por la calle y fui hasta la escalera. Subí y me detuve de golpe. Allí arriba no había techo, tan solo un abismo enorme. Una ráfaga de viento casi me hizo perder la estabilidad. Temblando, me alejé corriendo. Ahora, cuando alguna visita me pregunta por esa casa, sonrío y le cambio de tema.

14 de junio de 2020

Diez años


Diez años que no lo veía, diez largos años. Un amigo entrañable, pero por esas cosas de la vida nos perdimos el rastro. Y hoy, en la calle, nos vimos. Al mismo tiempo, con esas casualidades que llevan a la risa y la evocación de viejos tiempos.
Y me pregunta si aún dibujo y me alegro que recuerde eso de mí. Le respondo con alegría que sigue siendo mi pasatiempo aunque sueño con la utopía de vivir de ello. Espero una aprobación, un chiste, algo, menos lo que sucedió.
Sacó de su mochila tres cuadernos escritos a mano: "Mi novela gráfica y la vas a dibujar vos". Y quizá vencido por la nostalgia, la resignación de la amistad, la falta de carácter de mi parte, le dije que sí.
Y acá estoy, con la idea de cortarme las venas con un lápiz, pero dibujando velozmente, tratando que estas doscientas páginas que tengo por delante, pasen volando. Como esos diez años sin vernos.

13 de junio de 2020

Búho

El búho me miraba con recelo. Una mirada penetrante, de mal augurio. Me vinieron a la memoria cuentos de mi abuelas, en dónde las lechuzas y los búhos eran fieles sirvientes de brujas y hechiceros. Me recorrió un frío por todo el cuerpo.
El búho, sin embargo, seguía inmóvil en su lugar, clavándome sus ojos enormes como si tratara de atravesarme. Me debe haber bajado la presión, porque por unos segundos sentí que una bruma negra me rodeaba. En cualquier momento se abalanza sobre mí, pensé al borde de la histeria. Pero resistí, recobré el ritmo en la respiración y traté de mover las piernas.
La mano sobre el hombro me sobresaltó. Creo que hasta grité. Mi novia largó una carcajada y dijo:
- ¿Vas a pasar al patio a conocer a mis viejos o te vas a quedar toda la tarde mirando ese feo búho de adorno?

12 de junio de 2020

Té bien caliente

No le gustaba el té tibio. El agua tenía que hervir y la pava lanzar chorros de vapor por el pico y levantar la tapa al menos medio centímetro. Solo así, el té era té. 
Tenía la boca acostumbrada y no se quemaba. Sin embargo, a sus visitas les advertía que debían esperar al menos cinco minutos para comenzar a beberlo. Lapso para el cual ella ya se había tomado el suyo.
Sin embargo, a Etelvina decidió no avisarle. Le había molestado que le criticara una foto en Instagram y sin dudarlo la invitó a tomar el té. Incluso, dejó hervir el agua mucho más de lo que acostumbraba.
Con solo el primer sorbo, a Etelvina le desapareció la mitad del rostro. Igual, no sintió mucho dolor. Una vez en el piso, la remató con la punta de un paraguas. 

11 de junio de 2020

Femme fatale

El auto rojo estacionó delante de nosotros. Se bajó la ventanilla y se asomó una pelirroja. Nos hizo señas, pero solo el Pelado se acercó. Cruzaron unas palabras que nos fueron ajenas y de inmediato se subió al auto.
Cuando lo volvimos a ver, dos años después en un bar, tenía abundante cabellera y se había tatuado un auto rojo en el brazo. Nos acercamos para charlar pero nos cortó el rostro. También vimos a la pelirroja, del brazo de otro flaco. Al vernos nos sonrió y guiñó un ojo.
El Zurdo casi cae en su embrujo, pero lo paramos a tiempo. Fue el Chino el que se dió cuenta que su reflejo en el ventanal que daba a la calle la mostraba tal como era: alta, esquelética, de cuernos prominentes y una larga cola terminada en punta.

10 de junio de 2020

Un relato del futuro

Una tarde, jugando con los filtros de la cámara de su celular, fotografiando desde la ventana de su habitación, le hizo una instantánea al diablo.
Se lo veía con claridad, entre un canasto para la basura y el poste que señalaba la parada del colectivo urbano. O al menos, era lo que ella decía.
Todos reían al ver la imagen. Y replicaban lo mismo: ¡Es solo un hombre con traje y un maletín!
Sintió angustia durante muchos meses, al no poder convencer a nadie de lo que había fotografiado. Hasta que fue demasiado tarde. Las paredes de la ciudad aparecieron de un día a otro empapeladas con la imagen del hombre: "Votá a Samael Mussimeni". 
Lo que pasó luego, ya todos lo saben.

8 de junio de 2020

Derrota

La explosión nos dejó aturdidos. Las esquirlas siguieron cayendo varios minutos después. Las llamas, las cenizas, el humo, nos envolvían como un torbellino.
Buscamos en el exterior algo de oxígeno, pero el aire estaba tan espeso y viciado como en el interior. Fue entonces que las vimos.
Enormes maquinarias metálicas tan altas como un edificio, sostenidas por soportes flexibles en forma de piernas, avanzando por la ciudad, destruyendo lo que aún no estaba en ruinas.
Busqué a mis compañeros alrededor pero no se veía a más de un metro.  Escuché gritos y también detonaciones menores: estábamos contraatacando. Pero no podríamos resistir mucho más. Apreté los dientes y asumí el final. Oprimí el botón de reset en mi casco virtual.
- ¡Esteban, qué ortiva - me dijo Alejandro, quitándose con bronca el equipo 3D - aún podíamos combatir un poco más!
No le contesté. Nuestra suerte estaba echada.

7 de junio de 2020

El Capitán

Un amigo juntó sus ahorros, se compró una casa rodante y salió a recorrer el mundo. 
Antes de irse me prometió una postal de cada frontera que cruzara. Sería, además, su manera de mantenerse en contacto porque odiaba las computadoras y celulares.
Cada dos o tres meses el correo golpeaba mi puerta. Las postales eran fotografías que él mismo tomaba y venían acompañadas de breves textos escritos a mano en el reverso. Pequeños comentarios, indicios del lugar donde la había tomado. Y firmaba siempre igual: "Hasta la última frontera no paro, su amigo El Capitán".
Tengo una caja con más de doscientas postales. Se pueden dar una dimensión del viaje de mi amigo y del tiempo que no le doy un abrazo. Dudo incluso, que alguna vez vuelva a verlo. La postal de esta mañana me ha tomado por sorpresa. El terreno colorado, las mesetas de fondo y un mensaje tan escueto como revelador: "Marte, la frontera que me faltaba. Su amigo, El Capitán".

6 de junio de 2020

Piano 4 AM

En casa hay un piano que cada noche, a las cuatro de la madrugada, suena solo. No importa si las teclas están bajo la tapa. El sonido resuena en toda la casa, asciende por el hueco de la escalera y penetra en la habitación. 
Antes, cuando era niño, aquello me ponía los pelos de punta y ya no podía dormir. Logré acostumbrarme en plena adolescencia. Si le preguntaba a mis padres, no soltaban ni una sola palabra al respecto. Así que con el tiempo se convirtió en algo normal. 
Claro, ha espantando a más de una novia. Menos a Elisa, que lo encontró fascinante e incluso aprendió a tocarlo. 
Hace un mes ella dejó este plano existencial, luego de una larga enfermedad. Y desde hace un mes, cada noche, a la hora señalada, ahora el piano suena ejecutado a cuatro manos.
Nuevamente no puedo dormir, pensando en quién es el alma en pena que acompaña a mi amada Elisa.

5 de junio de 2020

Casimiro

Los demás remiseros le tenían odio. Casimiro medía metro veinte y usaba lentes culo de botella. Usaba dos guías telefónicas en el asiento para poder llegar al volante y se ataba un palo de escoba a cada pierna para llegar a los pedales. Hablaba poco y cuando lo hacía era para criticar a los demás.
Cuando aquella noche se accidentó en la bajada a la autopista, ninguno de sus compañeros lo fue a socorrer. Tampoco fueron luego a visitarlo al hospital. Mucho menos a despedirlo en el velatorio.
Mentiría si dijera que alguno pensó que lo echaría de menos. Sin embargo, nadie puede quitárselo de la cabeza. Es que a todos, en algún momento, se le aparece en el asiento de atrás, en el garage de la casa, y más de uno lo encontró dentro del baúl del coche.
Si tan solo fuera un fantasma... pero Casimiro se empeña en presentarse destrozado por el impacto, con colgajos de piel cayendo de a pedazos, dejando su sangre oscura y olorosa, que no se quita con ningún químico, en cada lugar en el que aparece.

4 de junio de 2020

Kisah el ojo

Cerraba los ojos, arrugaba la frente, agachaba un poco la cabeza hacia la mesa y con las manos hacía movimientos sobre la bola de cristal que tenía enfrente, mientras balbuceaba frases incomprensibles en un dialecto que bien podía ser asiático o simplemente, un invento del momento.
Kisah "el ojo", era el adivino más famoso de la ciudad y si bien su tienda estaba en un puesto de la feria municipal, la cola de personas que esperaban su turno era una muestra cabal de su prestigio.
Una noche hizo un ademán de más y vio en la bola reflejado su destino. Sin más, se levantó, se excusó ante los presentes, y desapareció entre los puestos de cerveza artesanal.
Hay quiénes aseveran haberlo visto mendigando en las calles, otros trabajando en tribunales con traje y corbata, y no falta el que asegura que se arrojó al río en una noche tormentosa.
Quiero creer que vio la felicidad y fue hacia ella, sin importar el dónde ni el por qué. La bola me la quedé yo y de vendedor de pochoclo pasé a Rascabel "el visionario". También puede ser que haya visto mi futuro y me haya dejado pista libre. Es raro este mundo, siempre sin repuestas.

3 de junio de 2020

Títere

Se quejaba por todo. En el trabajo, haciendo las compras, mirando televisión, en el cine, en el teatro, observando vidrieras, jugando con sus hijos, hablando con sus amigos, leyendo el diario, escuchando la radio. Todo tenía un pero, una queja, un reclamo, una razón de insatisfacción.
El rostro se le había llenado de arrugas, el ceño siempre fruncido, los dientes apretados. Pero no siempre había sido así. El tiempo y la vida lo habían tallado a su antojo, como un títere más del destino.
Solo recuperaba su sonrisa, su amabilidad, la paz interior, cuando hablaba con ella, sentado sobre el césped, flores en mano.
Esas tardes en el cementerio, a pesar de las lágrimas y del dolor, era feliz y de alguna manera, era volver a sentirse a vivo.

2 de junio de 2020

Aniversario

Hoy hablé con el fantasma de mi tía. Se me apareció a la misma hora de siempre, después del mediodía. La noté triste, distante. Respondió a mis preguntas con monosílabos y al cabo de un rato, desapareció. Hacía al menos un mes que no se hacía presente. Me quedé pensando toda la tarde hasta que caí en la cuenta: era el aniversario de su muerte y no había ido a visitar su tumba al cementerio. Llamé un taxi de inmediato, compré flores a mitad de camino y llegué justo que estaban cerrando. Imploré por cinco minutos y me dejaron pasar. Allí estaba ella, aguardando con el fantasma de mí tío, los dos muy juntos, tomados de la mano. Al pie de la tumba, escrito en la tierra, estaba mi nombre.
- Un minuto más, y lo hubiésemos tachado, sobrino. Y ya sabes lo que eso significa. 
Sonreí aliviado. Claro que lo sabía. La tía odiaba que la olvidaran y ya había llevado a media familia consigo. Dejé las flores, saludé a los fantasmas y me fui corriendo. Por suerte siempre fui su preferido. A otros, no les hace ningún recordatorio.

1 de junio de 2020

El almacén de Tito

El almacén de Tito es muy particular. La gente no va a comprar lo que quiere sino lo que Tito sabe que están buscando. Nadie prepara una lista de lo que necesita, sino que se acepta ciegamente lo que Tito le prepara en una caja.
Así es como Doña Aurora comprende que debe comenzar a usar pañales para adultos. Jimena que su dieta estaba desbalanceada y debe ingerir más legumbres. Romualdo que la cerveza es más rica y fuerte que el amargo obrero de todos los días.
Cada uno acepta lo que Tito le vende. Para elegir está la despensa de Pocha. A lo de Tito se va por otra cosa.
Como cuando Ricardo recibió en la caja de manos de Tito un revólver calibre 38. Lo miró, abrazó a Tito, a los demás que esperaban y saludó hasta siempre.
Hoy, a mí, por ejemplo, me dió una soga y un instructivo para hacer una horca. Si, Tito sabe exactamente lo que cada uno necesita.