El pensador le dijo a un sacerdote:
- Escribir es un impulso, a veces predeterminado y otras no. Matar también.
¿Existirán más libros o más asesinatos?
El sacerdote entornó la cabeza y meditó varios minutos, para luego contestar:
- Sólo Dios lo sabe.
El pensador entonces agregó:
- Pero... le importa?
El sacerdote se sumió en un silencio del que nunca regresó.
Un vestido rojo con flores amarillas.
-
Él la había soñado muchas veces, tan frágil y bella como una mariposa,
hasta que un día la vio reflejada en el espejo. Tendió sus manos y
lenta...
Hace 18 horas.