El pensador le dijo a un sacerdote:
- Escribir es un impulso, a veces predeterminado y otras no. Matar también.
¿Existirán más libros o más asesinatos?
El sacerdote entornó la cabeza y meditó varios minutos, para luego contestar:
- Sólo Dios lo sabe.
El pensador entonces agregó:
- Pero... le importa?
El sacerdote se sumió en un silencio del que nunca regresó.
Un pueblo, allá lejos.
-
La rutina de ir a la plaza, sentarme a escribir o dibujar se había
convertido en una necesidad.
Yo había llegado a ese pueblo en busca de paz y e...
Hace 6 días.