Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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27 de abril de 2008

Aprendizaje

Juan había sido educado por padres estrictos y gracias a ellos aprendió lo que significaba la puntualidad, los modales, el respeto y la presencia, como reflejo de la persona.
Mientras sus amigos de la adolescencia repartían insultos en el picado de cada tarde en la plaza, Juan leía con voracidad libros de filosofía, apostado en el fondo de su casa, bajo la fresca sombra de un paraíso.
Tiempo después, en los años de la facultad, ignoraba las invitaciones a fiestas y salidas y ocupaba su tiempo libre en leer todo lo relacionado a los grandes próceres, los imnumerables problemas mundiales y los valores humanos.
Se graduó con honores y se alejó de inmediato de su familia, porque logró una beca en el exterior para seguir progresando en conocimientos. Retornó a los tres años, con un máster y varios diplomas.
Desde hace una década sus clases de ética son impecables y se han convertido en las más importantes de todas las universidades del país, asistiendo a las mismas otros catedráticos y alumnos de otros países.
El día que viajando en taxi se encontró un maletín repleto de dinero en el asiento trasero, tampoco tuvo duda alguna en su accionar. Le pidió al tachero que se desviara hasta su domicilio, bajó corriendo al mismo tiempo que buscaba las llaves en el saco, se metió en su biblioteca y escondió el maletín detrás de una pila de libros. Volvió al taxi y le pidió que condujera lo más rápido posible. Estaba llegando tarde a una clase y él más que nadie sabía lo negativo que era para su imagen el hecho de ser impuntual.

21 de abril de 2008

Desilusión

Al llegar a la casita de rejas verdes para ofrecer sus productos, tocó timbre y vaya sorpresa, era él mismo quién había salido a atenderse. Lo peor es que no quiso comprarse nada.

17 de abril de 2008

Destino sordo

Las calles nos dicen cosas. Por ejemplo, aquella, tan transitada. Nos quiere explicar el sentido de la vida. La avenida que la cruza, tiene algo que decir sobre el ir y venir de las ilusiones. Aquella, que termina en una cortada, es probable que nos hable de la muerte. Las calles nos dicen cosas, pero el ruido de los coches y camiones nos ocultan el significado. Pero es probable que si prohibiésemos el tránsito para poder escuharlas, decidieran, en un acto de venganza por sentirse inútiles, callar para siempre sus voces.
De vez en cuando me detengo en una esquina y cierro los ojos, parando muy atento la oreja.
Hasta ahora solo he logrado que un par de veces los milicos me lleven hasta la comisaría pensando que estoy drogado.

14 de abril de 2008

Espanto

Cuando camino por calle Libertad me persigue una sombra gris. Me he dado cuenta tras haber repetido la caminata dos veces por día durante una semana. Y en diferentes horarios.
La sombra comienza a seguirme ni bien cruzo la esquina de Libertad con Independencia. Se queda a unos dos metros, deslizándose entre baldosas flojas y árboles a medio podar. Intenté (en vano) sorprenderla, pero siempre fue inútil ¡La sombra intuye mi movimiento!
Opté por lo más racional y dejé de caminar por calle Libertad. No vaya ser que un día me alcance y me revele la verdad de su existencia.

11 de abril de 2008

Insignificante

Comenzó como una mancha, un pequeño puntito marrón. Una insignificancia en el abdomen. Un par de días después ya tenía el tamaño de una tapa de gaseosa. No le di importancia hasta que llegó a los cinco centímetros de diámetro. Consulté primero al médico de cabecera y me dió una pomadita. Según él, era una alergia. Pero no me quedé con eso y busqué ayuda con un especialista de piel. Para entonces, parecía un melón pequeño. El marrón se había oscurecido y temí que se estuviera infectando. El dermatólogo me mandó a hacer unos estudios. Eso fue ayer.
Hoy desperté con la mancha abarcando un espacio descomunal, casi el mismo que ocuparía una cacerola mediana. Peró aún no latía, eso comenzó hace apenas una hora. Ahora la sensación es más grave, siendo que palpita, que respira. Los bordes de la marchan parecen diminutos dientes y juraría que se mueven muy lentamente. Aún estoy en la cama, escribiendo estas líneas, porque no he podido levantarme. No siento las piernas, como si la sombra que se extiende sobre mi cuerpo hubiese cortado la comunicación entre las extremidades inferiores y el cerebro. Tengo una fea premonición sobre lo que me está pasando. Lo pienso pero no me animo a escribirlo, estoy seguro que en un par de horas estaré riéndome de mi imaginación... pero ahora mismo me inquieta, me da miedo, me provoca escalofríos la seguridad de sentir que estoy siendo comido por esa mancha tan extraña, tan rara, sin ton ni son, alguna vez una insignificancia en el abdomen, un pequeño puntito marrón.

9 de abril de 2008

Demasiado

El frío se hace intenso al borde del camino e intento hacerme un ovillo sobre el césped, para calmar el sufrimiento, para engañar a la soledad. Nadie viene a buscarme en la noche oscura, a rescatarme de la pesadilla del dolor. Solo ante el silencio, ante la espera agridulce de la condena. Cierro los ojos y lloro. La melodía me acompaña, me traspasa, me recuerda que estoy vivo. Y entonces me pregunto una y otra vez, dónde queda el mundo, cuál es la dirección correcta. Creo haber viajado en vano durante mucho tiempo. Y me digo que ya es demasiado.
Me dejo dormir, en la espesura de la noche, en la comodidad de la desesperanza, en el exilio de las ideas, en la muerte de las ilusiones.

8 de abril de 2008

Cosas macabras

Se cortó la luz en el corazón de Enzo. La oscuridad trepó a sus ideas y tomó posesión de la consciencia. ¿Era la locura la nueva luz que lo guiáría nuevamente hasta Laura? ¿Había esperanza en la desesperanza? Recogió las flores marchitas que su amada le había arrojado en el rostro y las acomodó en un florero. Tomó su abrigo y salió a la calle, pensando solo en una cosa: no importaba cuánto le doliera, no importaba dónde la encontrara, solo le haría saber que un corazón oscuro hace cosas macabras. Sonreía ante ese pensamiento, mientras acariciaba con cierta compasión la cuchilla bajo la ropa.

7 de abril de 2008

Partir (huir)

Aeropuerto.
Estación de aviones.
De almas tristes, sin naciones.
Lugar de adioses y lágrimas.
De cánticos silenciosos, sin rimas.
Un paisaje urbano con dolor humano.
Un huir moderno al cielo enfermo.
Maletas con esperanzas y
sueños emblemas y mañanas
horizontes sin hijos
destinos sin padres
Aeropuerto, de la mala madre.

5 de abril de 2008

Su juego

La ceguera no es excusa ni el frío una barrera. El niño corre y se inmola. Su vida explota en mil pedazos y las noticias hablan de fundamentalismo y terrorismo.
Mi cerebro se detiene, no quiere oír ni sentir, no quiere ver ni saber. El tiempo se eclipsa a si mismo y veo repetir la escena una y otra vez al punto de creer estar tocando la sangre con los dedos. El niño nunca se detiene en mi visión y la mancha roja jamás cesa su locura. Todo lo inunda, todo lo abarca, sin excusas, sin barreras. Ella gana. Todos perdemos.