La soledad no como la muerte o una aproximación a la misma. La soledad como desamparo y desolación, abrigo de la tristeza y el desconsuelo.
La muerte, el vacío de la misma, es la resignación. El saber que se puede y no intentarlo, resignarse a no querer ser lo que se puede ser, a no hacer lo que se puede hacer, a aceptar las cosas sin siquiera intentar pensarlas, y ni hablar, de cambiarlas.
La verdadera muerte, sin embargo, más allá de metáforas o aproximaciones, es el olvido. Porque aún fuera de este mundo físico, en lo espiritual, en los recuerdos, aquel que partió, aún vive. El olvido o la falta de quien lo recuerde, la no perduración, es el vacío, el tránsito final hacia el infinito sol oscuro que no resplandece.
Un agujero negro de real soledad, resignación y olvido.
Brevísima y elogiosa nota sobre… (CXIII)
-
En qué buena hora se ha reeditado *Tristura*.
No me vienen demasiadas novelas a la memoria, sin ponerla en jaque, que
puedan presumir de la maestría de *El...
Hace 20 horas.