Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

www.OLVIDADOS.com.ar - Avila + Netomancia

26 de noviembre de 2005

Adiós

Estrellada la noche que vertía sobre mi ser su voluntad extensa y multitudinaria, de puntos brillantes y luces inalcanzables, mientras el vaivén leve e imperceptible del gigante bajo mis pies me alzaba suavemente por sobre la borda, para que mis ojos, tristes y enrojecidos, poco acostumbrados a las penumbras y sus formas, buscara en vano un punto en el horizonte, siendo en todo momento inútil diferenciar la oscuridad de la nada, y la nada del todo que rodeaba aquel mar tenebroso y desafiante, que llamaba con fiereza a mi corazón, induciéndolo a la locura, a calmar las penas, a buscar una escapatoria al dolor, al desengaño y fue así que el frío del agua trepó a mi cuerpo y girando el cuello, sobre el cual caía el cabello mojado, ví alejarse para siempre ese barco, esa silueta enorme que se recortaba en un fondo de realidad que ya no me pertenecía…

El Descanso

La tarde llegaba a su fin y el batir del mar contra la costa adormecía el aire; el sol latía sin fuerza, como una artería a punto de dejar de bombear. La tarde se moría. Llegaría pronto el lúgubre avanzar de la noche, aunque las sombras de la misma, que son más oscuras, tétricas y asfixiantes, aún estaban lejos de atropellar la costa.
El día había sido largo, más con el sofocante calor. Y la sangre no huele igual en días así. Se seca, se vuelve una costra sucia y olvidada, que con el roce se descascará para dejarse caer, vencida por el tiempo y el descuido
El descanso, era una justicia. El cántaro de agua dejando libre esa pequeña cascada y el refrescante correr por la garganta: la sensación de placer tras la matanza. Matar deja ardor. El agua purifica, siempre lo he sabido.
La noche estaba pronta a caer y con ella, lo sabía, se irían los fantasmas que quisieran vengarse en la primera noche fuera de sus cuerpos.
Me acomodé en la hamaca y me dejé dormir.

1 de noviembre de 2005

Sueños

Quién es quién en estas tierras. La distancia se transformó de golpe en algo tangible y la esperanza en la necesidad de poner el hombro. Aspirino estaba solo, un mundo lo separaba de sus seres queridos y el azul de semanas había dejado paso a las amplias llanuras deseosas de mano de obra. Se ajustó las prendas de trabajo, miró el horizonte y se dijo a si mismo que era hora de empezar a erigir un sueño. Levantó la azada en el aire y cortó el viento de un solo envión.
Su tumba reza hoy en día que fue "un hombre con iniciativa" y lo lloran dos de sus hijos y varios nietos, los cuales solo lo conocieron por relatos y fotografías.
El sueño fue el porvenir de los suyos, en detrimento de los propios. Sin esa azada al aire, no habría quién lo llorara hoy. Aspirino sonríe en alguna parte, como tantos otros.