Había algo en aquel relato, que el locutor narraba con prodigiosa
dicción, que le llamaba la atención. Era la misma idea, palabra por
palabra, que tenía desde hace unos días en su cabeza.
Se levantó, apagó
la radio y corrió al teléfono. Estaba por levantarlo, cuando el aparato
sonó. Atendió, impaciente. La voz lo dejó helado:
- "La idea de un
escritor que escucha en la radio el cuento que tiene en su mente es mía,
así que olvide...".
Allí se interrumpió la anónima amenaza, porque
según pudo escuchar a través de la línea, del otro lado alguien golpeaba
a la puerta.
Brevísima y elogiosa nota sobre… (CXIII)
-
En qué buena hora se ha reeditado *Tristura*.
No me vienen demasiadas novelas a la memoria, sin ponerla en jaque, que
puedan presumir de la maestría de *El...
Hace 18 horas.
2 comentarios:
Y entonces descubrió que era el personaje de una historia escrita por otro.
Muy borgeano, muy borgeano.
Abrazo.
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