Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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27 de marzo de 2020

El último día

En el día final la última pluma escribió: ni bombas nucleares, ni armas químicas, ni terremotos ni cataclismos, ni incendios descomunales o invasiones extraterrestres.
Tan solo un virus y la estupidez humana.


17 de marzo de 2020

Ahora solo hay palomas, ilustrado por Caio Di Lorenzo

Gravita sobre el poniente, medusa del aire, la hoja somnolienta. El árbol, indiferente, la deja. Se confunden ambos en un paisaje ausente.
Ecos de otros tiempos reverberan, en el silencioso rumor del viento, llevando a sus oídos nostalgias que perseveran, se entregan, se refugian, pero en ningún momento prosperan.

Ilustración de Caio Di Lorenzo

Ella observa envuelta en un pañuelo sin color, que a la luz del atardecer solo devuelve un leve resplandor. La plaza es gris. El cielo es negro. La ausencia es transparente.
No queda nada de antaño, ni palabras, ni pinturas, ni el canto de las voces, ni las utopías de los sueños. Dónde había esperanza, fuerza, entusiasmo, ahora sólo hay palomas.
Emplumadas, inquietas, se desplazan, van, vienen, alzan el vuelo pero bajo, corto, para retornar, volver, quedarse en el mismo lugar. Cuál cuervos disfrazados para atenuar el dolor, aguardando la carroña del ayer, picotear las últimas sobras del festín.
Camina, baldosa a baldosa, sin pereza, al contrario, consciente y con consciencia, la propia, la colectiva, la que la mantiene viva. Todo se antoja distante, incluso el frío, la noche que se avecina.
En la plaza no hay vestigios, en la ciudad no hay memoria. No es culpa del tiempo, sino de quiénes al reloj le dan cuerda, atrasando las manecillas para que el pueblo no despierte, adelantándolas para que el pueblo no recuerde.
Frágil, sus huesos aún la llevan. Frágil, aún mantiene sus fuerzas. Vasija de barro mil veces partida, mil veces restaurada. Las arrugas son tus cicatrices de los años, la soledad es la herida del olvido.
Como esa hoja en la brisa, tenaz en su huida, deja la rama y se echa a la suerte. Las jaulas de la mente, los cerrojos de la vida. Cárceles imaginarias para contrarrestar la muerte. Aunque sin ella, no tiene sentido el nacer, y sin luchar, no tiene sentido el vivir.
Metáfora de la nada, y al mismo tiempo del todo. Que las verdades serán mentiras, y las mentiras consecuencias. Pesadilla para el que la sueñe. Infierno para el que la viva.

8 de marzo de 2020

En lo alto

La máquina gravita en lo alto como si fuera un pájaro. Desde la colina es apenas una minúscula mancha que se desplaza más allá de las nubes. La mirada absorta y apacible es un recuerdo que acompañará a su madre todo el tiempo. Los ojos curiosos abiertos a más no poder, la boca haciendo una O y el dedito índice de la mano señalando aquel punto, siguiéndolo lentamente.
La mujer se pone la mano en la frente para protegerse del sol y también observa, pero aunque desea con toda el alma también poder ver, solo encuentra por delante nubes y azul. Pero la imagina, sabe que allí está. Una certeza improbable y al mismo tiempo real. ¿O acaso no está disfrutando del asombro de su pequeño? Un planeador de color claro, de interminables alas y cabina baja, por la que apenas puede verle el rostro por última vez. Cada tanto aparece, como si bajara a una altitud suficiente para que el niño pudiera conocerlo.
Madre y niño, miran a lo alto. Lo que no ven, lo sienten. Lo que no tienen, lo completan. La vida les da las piezas. Algunas tienen formas de tristezas, otras de alegrías. Pero son mágicas, como el cielo, las nubes y el pájaro de alas interminables que de tanto en tanto gravita como en un sueño.