Llegué y ella no estaba, pero la hornalla estaba encendida y encima, tenía la olla. Se podía sentir el agua hirviendo. Supe que no estaba porque faltaba la moto y cuando la moto faltaba era porque ella no estaba. Pero la hornalla estaba encendida y encima, tenía la olla. Me acerqué, pero no me animé a levantar la tapa. Tenía que levantarla para ver qué había dentro, pero ese era el punto. Yo sabía que había dentro. Porque la moto no estaba, ni ella, y la hornalla encendida tenía encima la olla. Y aún peor, era consciente que si levantaba la tapa, mi mundo acabaría en ese mismo instante. Entonces, demorando la muerte, mi muerte, me senté a la mesa, apoyé la cabeza contra el mantel y me largué a llorar.
Un vestido rojo con flores amarillas.
-
Él la había soñado muchas veces, tan frágil y bella como una mariposa,
hasta que un día la vio reflejada en el espejo. Tendió sus manos y
lenta...
Hace 1 día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario