Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

www.OLVIDADOS.com.ar - Avila + Netomancia

2 de febrero de 2019

La realidad según Alina

La voz aflautada lastimaba los oídos de las personas sentadas en las mesas cercanas. El continuo parlotear transformaba el sonido en una hiriente ráfaga de palabras que ametrallaban la falsa tranquilidad del recinto.
Marietta escuchaba, consciente de las miradas rabiosas que le lanzaban a su interlocutora desde las otras mesas. Pero dejaba que hablara, que descargara su frustración, aunque apenas seguía el hilo de lo que decía. Por momentos observaba sus labios agrietados y resecos, apreciando cómo se movían, separándose uno de otro, en un vaivén interminable, entre lo sensual y lo grotesco, dejando ver por instantes la inmaculada dentadura blanca de Alina, de dientes alineados y parejos.
De repente se hizo silencio. Fue tan brusco el cambio que las personas de las mesas aledañas sintieron alivio, como si se hubiese apagado la turbina de un avión. Marietta demoró en reaccionar. Fueron un par de segundos entre que notó que los labios habían cesado de moverse y comprendió que su amiga estaba ahora llorando. De manera torpe agarró un pañuelo doblado en el bolsillo de la campera y se lo acercó al rostro, cruzando el brazo por encima de las dos botellas de agua sin gas que permanecían sin abrir sobre la mesa.
Marietta quería decir algo pero no sabía en qué punto del monólogo su amiga se había quebrado. Atinó a pedirle calma. Pensó que volvería a la carga con otra batería de palabras, pero se mantuvo en silencio.
Alina se limpió el rostro. Tomó su botella de agua y se sirvió medio vaso. Bebió sin pausa. Recién entonces pareció percatarse de su alrededor. Las otras mesas, las otras personas, algunos enfermeros rondando la puerta de salida. Del otro lado del ventanal un jardín verde y repleto de plantas florecidas ofrecía un paisaje inalcanzable para su estado de ánimo.
¿Y cómo sigo, amiga? le preguntó a Marieta, que bajando la mirada esquivó la pregunta. ¿Cómo sigo? volvió a preguntar con una voz más apagada, casi imperceptible. Permaneció en silencio hasta que una enfermera se acercó y avisó que era hora de volver a la habitación.
La enfermera ayudó a ponerse de pie a Marietta y la llevó por un pasillo, lejos de la sala de visitas. Alina se quedó sentada un buen rato, terminando primero su botella de agua y luego la que había dejado sin tocar su amiga. ¿Cómo sigo? volvía a preguntarse una y otra vez, ahora en su interior, en una sala que cada vez se vaciaba más. Casi un calco de su vida, cada día más sola.
Ni siquiera Marietta, la buena de Marietta, tenía las palabras que ella necesitaba escuchar para vivir. Su Marietta del alma, que había privado su libertad a cambio de una mentira y ahora convivía a diario con cuatro paredes acolchadas. Era ella quién tendría que estar allí, era ella la que había estrangulado a Filomena y no tenía consciencia de ello. ¿Pero cómo iba a sobrevivir la pobre de Alina en un lugar así? ¿Cómo? No, nunca lo hubiese logrado. La frágil, débil, inestable Alina, no podría haber sobrevivido un solo día al encierro.
Lloraba nuevamente cuando dejó el hospicio. Qué difícil era seguir estando tan sola en la vida. Sin Filomena, sin Marietta. Si tan solo pudiera hacer algo por ellas. Sin tan solo…

2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

POr lo menos dos giros argumentales. El lugar donde estaban. Y que Alina resultó una asesina. Marietta se acusó para salvar a su amiga o fue incriminada, una intriga que deja el relato.

Con tinta violeta dijo...

A veces los de dentro debieran estar afuera, o al contrario. Uno es estos relatos no sabe donde termina la realidad y donde empieza la ficción...me gusta!