Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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15 de julio de 2013

Los huevos

Era necesario decirle la verdad, confesarle lo sucedido. ¿Pero cómo lo haría? ¿De qué manera se quitaría el disfraz de cordero del que durante años había hecho gala? Nada sería igual después de abrir la boca. No solo con ella, sino con todos. Los pibes del barrio, los compañeros del trabajo, su familia... no podía pensar en su viejo. Le destrozaría el corazón.
Ella, sin dudas, resultaba la más difícil, porque llevaban conviviendo más de cinco años. Habían pasado por tantas cosas juntos... la verdad para ella sería catastrófica. Siempre había confiado en él, creído cada cosa que le decía. Incluso cuando vinieron a preguntar por casa, el se mantuvo en sus cuarenta y ella lo había respaldado. ¿Que diría ahora? ¿Con qué cara saldría a la calle y enfrentaría a los vecinos? Era mucha carga para esa mujer, siempre fiel, derecha, trabajadora.
Y su papá... párrafo aparte. Un tipo a la antigua, férreo en sus convicciones, a los mandamientos que le inculcaron de pequeño y que él mismo se encargó de trasladar a cada uno de sus hijos. No había sido la excepción, a pesar de ser el más chico de los cinco, el más consentido en algunas aspectos.
Sentía que les fallaría, que les partiría el corazón. Pero lo estaban buscando, lo estaban cercando. Era mejor confesar que esperar a que lo descubrieran. Sabían que estaba en el barrio. En cualquier momento...
Lo primero que hizo, fue descolgar el cuadro. Tantos años ahí, simulando una farsa. Luego, el banderín. Cuando ella llegó, tenía ambos objetos sobre la mesa. Ella se detuvo, se aferró a la puerta y con un dejo de voz, dijo:
- ¿Fuiste vos? ¿Vos fuiste el que...?
Y sacando pecho, pero con lágrimas en los ojos, descargó las palabras que lo condenarían para siempre.
- ¡Si, yo fui el que me di de baja como socio en el club! ¿Y sabés por qué? Porque yo soy del Atlético, no del Sportivo me entendés, siempre tiré por el Atlético, siempre!
Los huevos no siempre se traen de nacimiento. A veces, los huevos, se hacen al andar.

4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Siempre el efecto sorpresa, cuando se esperaba algo terrible, se resuelve en algo deportivo, algo legitimo. Aunque a los otros personajes no le caiga bien. Bien hecho.

SIL dijo...

Jajaja, era terrible, verdaderamente.


Cierto, Netito, se hacen al andar, como el camino.



Abrazo grande.


SIL

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Uhhh, qué final, juas.
Muy bueno, Netomancia, caí en tu trampa (lo que habla de la habilidad impresa en tus letras, je).
Saludos...

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Uhhh, qué final, juas.
Muy bueno, Netomancia, caí en tu trampa (lo que habla de la habilidad impresa en tus letras, je).
Saludos...