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2 de septiembre de 2010

Las sendas químicas (parte IV)

El oficial de la policía sacó su arma y realizó cinco disparos. Pero el coche no se detuvo y lo atropelló sin miramientos. El cuerpo rebotó contra el parabrisas y dio un tumbo por encima del techo del vehículo. El auto se perdió en la siguiente esquina. Nadie acudió en ayuda del hombre tendido en medio de la calle.

Alrededor, cientos de personas se manifestaban a los gritos en contra del complot de exterminio, y otros cientos dedicaban todos sus esfuerzos a delinquir.
Las noticias en los medios tampoco eran alentadoras. En el mundo el efecto dominó estaba dando sus frutos y en pocas horas varias ciudades habían sido tomadas por la gente y las escenas de violencia, protestas y saqueos se volvía una constante.
Los políticos salían al cruce de las versiones, en tanto los noticierons no dejaban de pasar filmaciones y fotografías de los aviones dejando las estelas en el cielo, explicando que aquello no era condensación del aire, sino otra cosa. Aquellas filmaciones que seguramente habían recabado por años de aficcionados que las enviaban con el deseo que las pasaran, finalmente habían salido del letargo y eran ahora centro de la escena audiovisual.
Internet estaba abarrotada de comentarios y opiniones. Los sitios que desde hacía tiempo informaban estos sucesos se vieron colapsados de visitantes. De pronto el tema merecía atención. Las fuerzas mundiales intentaban dar de baja esas webs, pero no daban a basto. Bloqueaban una y se creaban al mismo tiempo de cinco a diez nuevas.
Profetas en las calles, oportunistas en los medios de comunicación ofreciendo máscaras y ropas especiales, ancianos asustados, jóvenes alterados, adultos preocupados por sus hijos. Todas las miradas apuntaban al cielo. El enemigo estaba allí, pero no tenía rostro. Era como el mismísimo diablo, pero en este caso, real.

La noche se cernía en llamas. Pero las voces no se acallaban. La plaza más importante de la ciudad estaba atestada de personas que en la furia escondían el terror más profundo, que era la muerte.
Alejo estaba sobre las tarimas que servían de escenario principal. Desde hacía diez minutos contaba su historia, sus muertes y el drama de vivir ocho años persiguiendo una idea que finalmente se transforma en una triste realidad.
El público lo oye a pesar de los gritos contínuos, del ulular de las sirenas policiales y algún que otro disparo que resuena bajo la luna en cuarto creciente.
Las cámaras de televisión lo muestran en cada hogar del país primero, del mundo más tarde, porque es la imagen misma de la tragedia. "No podemos quedarnos de brazos cruzados" grita ante la multitud. "No podemos dejar que nos quiten los sueños" dice con los pulmones a punto de explotar.
Lo aplauden a rabiar, lo vitorean. Tiene los ojos repletos de lágrimas. Al fin la verdad sale a la luz. También para el comienza un nuevo mundo. Ahora sabe que debe luchar para evitar que esa verdad logre su cometido. Varias personas se le acercan, mientras sobre el escenario otros toman la palabra. Recibe el afecto. Uno de los jóvenes que tiene delante le dice:
- "Mi amigo murió en el bosque hoy a la tarde y fue eso que largan los aviones. Eran como telarañas que caían del cielo".
Alejo se detuvo. Las telarañas de Amanda.
- ¿Tuvo naúseas, dolores fuertes, se le irritó la piel donde esas telarañas lo tocaron? - le preguntó.
A pesar del griterío, el joven lo escuchó a la perfección.
- Si, todo eso. Los brazos estaba irritados. Yo también estaba ahí, pero sigo vivo, aunque no me siento bien.
Se compadeció del joven. Aún estaba vivo pero ya estaba condenado. Si había estado expuesto, podría combatir como lo había hecho su hija, pero día más, día menos, la batalla estaba perdida.
Alguien que estaba cerca de ellos escuchó lo del bosque y subió al escenario: "¡En el bosque!¡En el bosque ha caido hoy parte de eso que esparcen! ¡Incendiemos el bosque!"
Alejo escuchó el bramido de público y no dio crédito a lo que había oído. Se apartó del camino sujetando al joven, dejando paso a la multitud que salía disparada como una manada. Parecían animales a los que se le ha abierto la tranquera, que enceguecidos salen a campo traviesa.
"¡Al bosque!¡Al bosque" gritaban como si hubiesen descubierto la razón de la existencia.
Intentó detenerlos, pero nadie le hizo caso. Elevó la voz, pero fue en vano.
- Vámonos chico, esto se va a poner peligroso - le dijo al joven cuyo nombre era Benjamín y que esa misma tarde había visto morir a su amigo.

Se levantó de donde estaba sentado y se asomó al pasillo.
- Andrés - le dijo desde su asiento Enrique - No te impacientes. Sentate. Cuando termine la reunión nos dirán que hacer.
- No Enrique - dijo para sorpresa de su compañero - No voy a esperar a que esto termine. Renuncio. Quiero irme de acá. No quiero pertenecer más a esto. ¿Me entendés? Todas estas pruebas en las que estuvimos metidos, al final son para matarnos entre nosotros. ¡No! ¡No quiero pertenecer a esto!
- Andrés...
Pero el científico joven atravesó el pasillo del sector de oficinas del observatorio, lugar al que había sido convocado a trabajar tres años antes, en lo que le habían dicho eran "experimentos secretos para mejorar el futuro de la humanidad" que se hacían en distintas partes del planeta al mismo tiempo.
Dos militares le cerraron el camino y lo obligaron a regresar. Andrés se resistió. Intentó escapar de los militares.
Enrique escuchó los disparos desde el salón, sentado aún en su asiento. Nadie salió de la sala de reuniones para ver que había pasado. Estaban alertados con seguridad que cualquier insurrección sería pagada con la muerte y aquellos estruendos no eran motivos de sorpresa.
Una lágrima amagó a caer en el rostro de Enrique, pero juntó fuerzas y la retuvo. Cerró los ojos y aguardó a que llegaran las órdenes.

Las llamas parecían querer alcanzar el cielo. Los bosques ardían vehementemente. Las imágenes sobrevolaban el planeta de satélite en satélite. La escena arrastró a la humanidad a lo que mejor sabía hacer: ejercer la locura colectiva.
Los incendios se propagaron en distintas partes del mundo, con el objeto de destruir aquellos lugares donde creían que podía haber caido parte de la sustancia que se utilizaría para aniquilar a gran parte de la humanidad. El descontrol es total y ya no hay vuelta atrás.
En la ciudad Alejo acompaña por calles atestadas y peligrosas a Benjamín hasta su casa. Hablan muy poco, pero el dolor los carcome por dentro. Acaban de ver las imágenes de los incendios en la vidriera destruida de una tienda de electrodomésticos, en el único televisor que aún quedaba, pues los demás ya se los habían robado.
Se da cuenta que es en vano, que los gobiernos detrás del maléfico plan seguramente sonríen en el anonimato. Alejo piensa que los grandes mandatarios podrían haberse ahorrado años de investigaciones para crear esos compuestos e idear una estrategia de aniquilación si tan solo hubiesen estudiado los siglos de historia de la humanidad y comprendido que no hace falta tanto ingenio para lograr que el hombre se mate a si mismo. Solo hay que darles razones, motivarlos, confundirlos y hacerles creer que el mal se combate con violencia. Entonces así, el hombre invita a la muerte a su banquete.
Y mientras todos se plegarían al caos, a los reclamos desmedidos, los cielos seguirían tiñéndose de blanco, contrastando con el rojo cada vez más presente en la superficie terrestre.
Se arrepentía de haber compartido su drama ante un mundo psicótico. Su mujer y su hija necesitaban justicia, no venganza.

- Aquí Comando Aire Exilón, espero órdenes. Cambio.
- Comando Aire Exilón, aquí Control. Estelar tiene órdenes, prepare para recibir. Cambio.
- Preparado para recibir las órdenes Control. Cambio.
- Ejecución de Fase 6. Repito, Fase 6. Cambio.
- Confirmado Control, Fase 6 en inicio. Ataque masivo con gas de benzodiacepina, GHB, poppers y PCP . Cambio.
- Exacto Aire Exilón. Cambio.
- ¿Orden de ejecución zonal Control?. Cambio.
- Mundial, Aire Exilon. Cambio.
- Entendido. A dormir al rebaño. Cambio y fuera.

Ignora donde está su jeep y también sus fuerzas. Se siente derrotado por la verdad. Sabe que no está a la altura del enemigo. Que nadie en realidad lo está. Piensa en Amanda y en Jazmín. Mientras camina en la cada vez más solitaria madrugada, repasa sus sonrisas, ese recuerdo tan suyo que atesora como ninguna otra cosa en el mundo.
A cada paso se sienté más aletargado, cansado, hasta el pensamiento se torna nebuloso. Ya no escucha alrededor el griterio de unas horas atrás, ni nadie correo o saquea negocios. Algunas personas deambulan taciturnos, casi errantes en el paso, como si vinieran de correr largas distancias.
Se sienta en el cordón de la vereda, con el corazón palpitándole angustiosamente. La respiración se la ha vuelto pastosa. Observa a otras personas dejarse caer en las veredas cercanas. Algunos hacen lo mismo que él y se sientan. Otros se aferran a columnas o ventanas.
Tiene sueño pero es muy difícil ordenar las ideas. Tan solo detiene la mirada en unas graciosas telarañas blancas que caen del cielo y se posan en su mano. Sonríe, sin saber por qué. Quiere recordar algo importante, pero no sabe que, se lo impide. Que más da, piensa. Y se deja vencer por el sueño como gran parte del mundo.

Fin

6 comentarios:

SIL dijo...

Ejecución mundial.
A dormir al rebaño.

Devastadora y magnífica la historia, Neto.
Cada drama individual se mezcla con la desesperación general, y todo se vuelve un sólo, irremediable y resignado dolor.

Apocalipse now ?

Genial, Netito.

ABRAZO GRANDE


SIL

HUMO dijo...

Quién puede aguantar semejante realidad sobre sus hombros?

Magnífico Neto, me dejó pasmada :)

Besos con aplausos!

=) HUMO

Con tinta violeta dijo...

Esta es una de las pocas ocasiones en las que intento no recordar que cuando algo se produce en la ficción no es sino un corto reflejo de la realidad...
Muy bien llevada la trama hasta el final. Y este es totalmente inquietante.
Uf...me he quedado helada. Felicidades.
Abrazos!!!

mariarosa dijo...

Y el rebaño se durmió...

Una historia espeluznante. Neto que bien narrado, escribes, y sabes interesar al lector. es dificil integrar en una historia diferentes puntos, diferentes escenas. Como siempre te dejo mi aplauso.

mariarosa.
(La próxima que sea de amor, por favor)

Nicotina dijo...

Pasé de largo luego de un agitado sábado y me senté a leerlo, se pone cada vez más interesante esta historia Neto, cuando publiques el último capitulo me los voy a leer todos juntos, así pega más, jajajaa! CLAP! CLAP! CLAP! CLAP! CLAP! CLAP! Un abrazo grande primo...

Netomancia dijo...

A todos, muchas gracias!