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30 de septiembre de 2010

La habitación del teléfono

A Prinston Márquez lo llamaron en medio de la noche. No comprendía que era ese sonido, si acaso el despertador o el timbre de calle. Comprendió que era el teléfono, en el cuarto de al lado. Se levantó casi dormido y caminó hacia el aparato. Levantó el tubo buscando las palabras apropiadas para tratar al desatinado que lo llamaba tan tarde.
¿Quién habla? preguntó de mal humor. Del otro lado de la línea recibió solo silencio como única respuesta. Repitió su pregunta, elevando el tono de voz. Ninguna respuesta. Decía "quién" por tercera vez cuando escuchó como cortaban la comunicación.
Maldijo por lo bajo. Miró el reloj de pared. Eran más de las tres de la madrugada. Se sirvió un vaso de agua y fue al baño. Volvió luego a la cama, pero se habia desvelado. Estuvo casi una hora buscando formas en las sombras del techo, hasta que finalmente sus ojos se fueron cerrando de a poco, vencidos por el sueño y el cansan... el teléfono otra vez.
Se levantó de mala gana, dejando caer las sábanas en el piso. Prácticamente corrió hacia la otra habitación y tomó el teléfono con rabia. ¡Hola! le gritó al auricular.
Otra vez el silencio, la línea muda. ¡Hola! volvió a gritar sin obtener respuesta alguna. ¡Hablá la puta madre que...! El interlocutor cortó.
Esta vez maldijo con ganas. Eran casi las cinco de la mañana, en dos horas debía levantarse para ir a trabajar. Prinston volvió a su cuarto, levantó con furia las sábanas del suelo y las arrojó sobre el colchón, al cual se dejó caer pesadamente.
Intentó dormirse, pero no podía.
Media hora más tarde los párpados cayeron sin preámbulos. Diez segundos después, volvió a sonar el teléfono.
El hombre abrió los ojos sin poder creerlo. Estaban colorados por el sueño y las ojeras oscurecían su rostro. Esta vez no dio vueltas, ni siquiera se molestó en contestar la llamada. Fue directo al cable y de un tirón lo desenchufó de la caja anclada a la pared. ¡Basta! dijo convicción ¡Basta! ¡Basta!
Miró el aparato con fiereza, obnubilado por la rabia. Regreso a su cuarto, se metió bajo las sábanas y cerró los ojos. Se obligó a dormirse. Y casi lo logró, cuando otro sonido agrietó sus tímpanos... ¡el timbre de calle!.
¡No puede ser! se decía, mientras colocándose los pantalones se abría paso por el pasillo para alcanzar la puerta. ¿Quién es? preguntó aún a falta de tres metros para llegar al picaporte. "Caaaaartero" le contestaron.
Detuvo su mano camino al porta llaves. ¿Cartero? ¿A esta hora? Tomó la llave y en el manojo le costó varios segundos encontrar la correspondiente a la cerradura. Abrió la puerta y no había nadie. Pero si algo. En el suelo, sobre la vieja alfombra que rezaba en un verde apagado la sucesión de letras que formaban "bienvenido", habían dejado un sobre sin remitente alguno.
Se agachó y lo tomó, notando como su mano se había vuelto temblorosa a pesar de que la noche no era fresca, sino todo lo contrario. Vaciló entre abrirlo y arrojarlo lejos, pero lo venció la curiosidad e hizo lo primero.
En letra cursiva y grande, con tinta roja, el mensaje decía "Volvé a conectar el teléfono". Se le erizó la piel y le dio un vuelco el estómago. Miró hacia todas partes, pero la calle estaba desolada. Sintió que alguien lo estaba observando, pero que no estaba allí.
Volvió muy lentamente hasta la habitación del teléfono y conectó otra vez el aparato. A los cinco segundos comenzó a sonar. Levantó el tubo, pero no pronunció palabra alguna. Del otro lado de la línea permaneció el silencio. Con el tubo aún en la oreja se sentó en un sillón cercano. Cerró los ojos, pensando en que quizá en esa posición podría dormir, mientras no se le cayera el teléfono... pero comprendió de inmediato que no podría, que ese silencio atroz lo atormentaba de una forma tan horrenda como ningún otro sonido podría haber logrado jamás.
Y allí permanece Prinston Márquez, desde que lo llamaron en medio de la noche.

9 comentarios:

Mannelig dijo...

Ah, qué bueno. He estado leyendo este relato y de nuevo muchos otros que vinieron antes que él, todos de seguido. Así me hago la imagen de haber tenido un libro completo entre las manos. Uno escrito en Villa Constitución. Uno escrito por el Maestro...

SIL dijo...

¿ La Muerte se comportará tan salvajemente, cuando nos llame?

Great, Netuzz

TKmucho

SIL

Anónimo dijo...

por eso yo nunca atiendo el celular y si suena el fijo en casa lo dejo meta ring, ring....
jeje!
abrazos Netuzzzz! (parafraseando a Sil jeje)

SIL dijo...

La etimología de ¨Netuzz¨ deriva de cuando se me activó el BUZZ en la bandeja de gmail - sin que Google me pidiera permiso- ,
y el único mortal que logró desactivarlo fue al autor de este blog.

Admitamos que además de su genio inagotable, contó para dicha empresa, con el gran aporte de mi ignorancia inagotable.

Había una función que decía DESACTIVAR BUZZ y el me hizo hacer clic ahí.

No le quita mérito al asunto, pero vale aclararlo.

:)

Netomancia dijo...

Don Mannelig, que placer verlo otra vez por aquí! Y un gusto recibir sus halagos ja. Me encanta que disfrute de la lectura, es lo que uno desea siceramente. Un abrazo!

Doña Sil, vaya uno a saber, algunos la esperan confiados, otros sacando fiados ja. Gracias por estar, como siempre. Tenga cuidado en Bs As, sobre todo con cierto dibujante de prominente... mesa de dibujo, claro, que pensaban que iba a decir... Saludos!!!

Dieguito, con tu ring ring me acordé de Titanes en el Ring, soy un salame jajaja. Gracias por comentar capo informativo de ArgentinaCartoon y ArtNueve!!! Qué periodista desperdició Villa por favor!!! Un abrazo!

Doña Sil, uno es práctico, solo eso. Cuídese.

Con tinta violeta dijo...

Genial y apabullante el relato Neto...me he tenido que frenar para no leer a toda prisa, porque me urgía conocer el final de la historia (ya sabes, por eso de responder a la pregunta ¿y ahora como va a cerrar el relato?).ja,ja. Claro que tratándose de tí...solo podía ser de una forma: magistral.
Besos y abrazos!!!

Netomancia dijo...

Doña Tinta, muchas gracias por el halago. Y menos mal que frenó, mire si la hacían atender el teléfono a ud por adelantarse. Ni pensarlo, ¿no? Saludos!!!

mariarosa dijo...

Pero quién sería el maldito que llamaba....

Muy bueno con un final para seguir imaginando.

Saludos neto.

mariarosa

Martha Barnes dijo...

Yo no atiendo nunca más,por si acaso,brrrrr!!!