Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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9 de febrero de 2010

El arte del engaño

Mi primer día de trabajo en el diario fue un espanto. A tal punto que llegué a mi habitación casi llorando, deseando no ver a nadie. No era fácil entonces para un muchacho de apenas dieciocho años animarse al mundo de una gran ciudad, viviendo solo en una pensión y haciendo un laburo para el que no nació.
Pero no tenía otra, era eso o... Sencillamente había que crecer, madurar, el chiquillo que corría tras las faldas de mamá cuando alguien le pegaba en la plaza del pueblo debía quedar atrás, no había otro remedio. No había que darle vueltas al asunto. Dieciocho años era mucho. Si ya podía votar, podía también hacer cosas más sofisticadas.
En el diario me tomaron por la carta de recomendación. Aparentemente allí decía que tenía mucho talento, además de ganas de hacerme desde abajo. Eso último lo tomaron al pie de la letra, pues desde aquel primer día me pusieron en la calle para recorrer un determinando itinerario recogiendo partes de prensa, tarea que comenzaba bien temprano y terminaba pasado el mediodía, para luego sentarme frente a una máquina en un pequeño sucucho de dos por dos y pasarlos en limpio y sin errores de ortografía.
Lo odié desde el primer día, en el que me perdí cruzando una de las avenidas por lo que llegué tres horas tarde y por consiguiente, demoré tres horas más en terminar de tipear todo. Pero lo odié aún más el día que me dijeron "Ferreyra, ahora pasa a preparar los policiales".
Justamente policiales. Si supieran. En fin, así fue que mi itinerario cambió, ya no era para recolectar partes de prensa institucionales, sino para ir de comisaría en comisaría buscando el informe diario de novedades, y de vez en cuando, si me lo encargaban, pedir datos adicionales por algún que otro caso en particular.
Si bien uno le va tomando los tiempos al recorrido, a la velocidad sobre el teclado (que a medida que pasan las horas pareciese que se necesitara cada vez más fuerza para impulsar la tecla hacia abajo) no había forma de terminar temprano, como para decir "qué bien, un par de horas libres". Y fusilado por el cansancio, caminaba cada anochecer hacia la pensión en las afueras de la ciudad, del lado oeste.
De vez en cuando me detenía a contemplar las vidrieras, no precisamente para observar algo en particular para una futura compra, sino para sentir la sensación previa a un robo, el hecho de estudiar el interior del negocio, la calidad de lo exhibido, el número del personal atendiendo y más a esa hora de la jornada, cuando la mayoría estaba cerrando sus puertas, que es el momento adecuado para tomar a alguien de imprevisto.
Si, sabía mucho sobre eso. Por eso, ironía del destino, justamente a mi me daban para hacer policiales. Pero como decía antes, la realidad en la que uno se sumerge no siempre es la que desearía. Las vicisitudes en la vida son como la noche y el día, constantes. No nací para periodista. Podía engañar a la gente del diario arribando puntualmente y bien vestido, podía engañar a los policías mostrando mi credencial y pidiendo el parte de novedades. Podía incluso engañar a los editores y correctores, cuidándome en el uso de palabras y evitando aquellas que no sabía como se escribían.
En pocas palabras, podía engañar a toda la condenada humanidad si así me lo proponía. Pero no podía mentirme yo mismo. Porque lo que era, a pesar de que me cuidara de no demostrarlo, lo seguiría siendo.
Y si entonces ahora, delante de esta vidriera, una de las tantas sobre la avenida, con las luces aún encendidas, haciendo gala de una majestuosa cantidad de joyas, una ofrenda a la codicia y a la lujuria material, el pasado se despierta y me tienta a ser el que era... ¡cómo negarme!.
Cómo decirle que no a esa sensación indescriptible de poder, a la adrenalina escalando mi cuerpo. Y buscando a ciegas entre mis ropas se que allí está escondido el 22 corto que siempre llevo conmigo. Pruebo la puerta y no tiene la llave puesta, a pesar que dentro están haciendo la caja diaria.
Y blandiéndolo como una bandera sobre mi cabeza, les aviso a todos que se queden quietos, que esto no es una broma y más vale que nadie intente nada raro. Se los digo con fuerza, para que entiendan. Mis palabras brotan con furia, cansadas de estar tanto tiempo replegadas, escondidas. Si hasta el calibre 22 parece estar feliz de andar de nuevo a los trotes.
Desde aquella tarde en el tren que nos trajo a la ciudad que no lo sacaba con ganas delante del rostro de nadie. Aquella tarde en la que me crucé con ese tal Ferreyra, que allá en el pueblo se la daba de periodista y que tan agrandado estaba por haber conseguido un laburo en un diarucho de la capital. Estúpido, como toda su familia. Los conocía bien, bastante como para saber que ese flaco no llegaría al andén de destino. Muchacho débil, incapaz de soportar dos balazos en el abdomen.
Cómo decía mi vieja, la mentira tiene patas cortas. Y así es nomas, la vieja tenía razón, la máscara volvió a caer y ahora los ricachones dueños de esta joyería sabrán quién soy verdaderamente. Por lo pronto parecen estar asustados, temblequeando como muñecos de papel en medio de una ventisca. Gente débil.
Para que engañarlos. Este mundo no es para ellos. Pero primero que me den todas las joyas, las pongan a resguardo en una bolsa o algo que pueda llevarme. Después si. Después les voy a hacer el favor de sacarlos de este mundo.

12 comentarios:

Don Belce dijo...

Je je pequeño loco...¿es en parte autobiográfica? excelente relato Neto
!

Netomancia dijo...

Jaja, solo cuando digo que el primer dpia fue un espanto, luego de eso la realidad se bifurca en una curva muy grande. Aunque lo reconozco, me quedé con las ganas de robar las joyas jaja. Un abrazo Sergio!

Anónimo dijo...

uyyyy q adrenalina tiene el cuento!
pichón de loco el pibe este!
primero las joyas en la bolsa, luego el favor de sacarlos de este mundo, si al final les estaba haciendo un favor! jeje!
Que bien ambientado está el texto con este tipo llegando a la ciudad, agobiado por su trabajo en el diario (algo personal quizás? jeje) anticipándose a la furia ciudadana y portándo en sus manos el primer golpe...
excelente relato!
seguro q a este personaje lo tentó el Belce de Sergio no?

Raul Avila dijo...

fui a leer pagina 12 .....pero no sale nada del asalto....a lo mejor pasa mañana?

saludos

Con tinta violeta dijo...

Bueno Sr Neto, vaya historia. Me he vuelto dos veces a mirar la historia para descubrir de que frase arrancaba el engaño...
Es deliciosamente genial.
Al principio comencé a leer deprisa y pensaba...un caso de doble personalidad, el periodista tranquilo, que le da "el siroco" (que decimos aquí)y pierde una tuerca...pero no, Don NETO nos propone un ladrón asesino...
Buena historia, si Señor. Por cierto el dicho de la vieja que la mentira tiene patas cortas me es muy familiar (mi abuela siempre tenía ese refrán en los labios)
Besos.
Paloma.

mariarosa dijo...

Muy bueno Neto.
Ese monólogo del personaje donde va recorriendo parte de su vida está muy bien. No hay nada que hacerle el que nace para pito, no puede ser guitarrero.
Un saludo.

mariarosa

SIL dijo...

En tu personaje se advierte ese terrible resentimiento /que crece con ellos/ e invade a las víctimas que quedaron fuera de la sociedad, y empuñan un arma para destruir a sus pares, a cambio de un puñado de NADA.
Es el odio, la envidia y la ira, más que el hambre material lo que los impulsa al crimen...

Puse víctimas y no victimarios.
No me equivoqué.

Sé que el día que me roben o me maten o destrocen a alguno de mis hijos me invadirá la furia...
Pero el que te apunta y te mata, fue la primera víctima.

Tremendo, real y maravillosamente escrito, Netito, tarde pero segura reportándome en tu publicación.

Abrazo inmenso.

SIL

(resolución de pantalla 200%)
reír para no llorar

:)

Mannelig dijo...

Mmmm, historia con garra, cien por cien digna de su creador.

¿Y qué ocurrirá cuando la familia de Ferreyra vaya a visitarlo?

Netomancia dijo...

Dieguito, vos mejor que nadie recuerda esos tiempos jaja. Mirá si tendrpe personajes para hacer cuentos con todos los que nos rodeaban entonces, no??? Jaja. Otra que pichones de locos. Amigazo, un abrazo!

Don Raúl, miró solamente en policiales? Fíjese bien en la columna de futurología, que escribe el que se hace pasar por Ferreyra. Un abrazo y gracias por comentar!

Doña Tinta, el engaño parte desde el título mismo jaja. Si, en algún momento podría pensarse que el hombre tenía cierto engranaje suelto en la cabeza, pero no, venía así de fábrica! Saludos!

Maríarosa, usted lo ha dicho. El que nace malo, por más que persevere, no triunfa. A lo sumo robará un triunfo ajeno, que no es lo mismo. Saludos!

Doña Sil, y, depende, no todos son víctimas, creo que muchos ya vienen con un gen malvado y perverso, porque de lo contrario no habría justificación contra ciertas atrocidades. Saludos y vaya al oculista!

Sir Mannelig, seguramente entonces la causa se caratulará en el juzgado como homicidio premeditado y tendremos a los Ferreyra reales de duelo. A los que queden, claro. Un abrazo!

Viviana dijo...

¡Cuántos virajes que tiene este relato! ¡Da vértigo!
Me encantó.
Yo me disfrazo de vieja de lengua desde hace 3 años pero algún día voy a dejar de engañar a la sociedad jaja
Un abrazo

el oso dijo...

Tal vez la autobiografía supere los primeros renglones, Neto, o me va a decir que usted no anda matando personajes a diestra y siniestra...
Así y todo, el loco saca de adentro lo que la sociedad se reprime a desgano pero eficientemente.

Abrazos

Netomancia dijo...

Viviana, como estás? Así que usando ese vil disfraz para martirizar a los pequeños! En si todos usamos algún tipo de disfraz, algunos por más necesidad, otro por menos. Saludos!

Don Hiperión, como siempre, muy bien recibidos sus comentarios. Gracias.

Don Oso, sabe que tiene razón, en cualquier momento inventan la figura judicial y me meten preso! A pensar como escapar! Un abrazo.