Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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24 de diciembre de 2009

Deseo de Navidad

La navidad suele ser una época feliz. Pero también es cuando más contrasta la desdicha de algunos. Como la risa lo hace con el cielo, el blanco con el negro, la vida con la muerte.
Antonia era de esas personas que lloraba en los rincones. Mientras sus compañeros de trabajo se tomaban un descanso ella se apartaba y se entregaba a su tristeza. Volvía a la oficina con los ojos colorados de tanto llorar. Sin embargo nadie le preguntaba que le pasaba ni siquiera, si estaba bien.
No era una fea chica, pero se vestía mal, no se peinaba y esa imagen la favorecía poco, porque la sociedad se rige por valores superficiales y materiales que hacen de ese "target" el equivocado.
Mascullaba bronca por lo bajo cuando la reprendían por algún error involuntario en sus tareas, porque veía que otras hacían lo mismo y nadie les llamaba la atención.
Odiaba la oficina, a sus compañeros a sus jefes... odiaba a todos, incluida la Navidad. En casa la esperaba solo su abuela, a quién cuidaba desde que tenía memoria.
Sus mejores recuerdos se remontaban muy lejos, cuando era pequeña y sus padres la llevaban a la plaza y por supuesto, la convencían del maravilloso mundo de la navidad. Cuando ellos ya no estuvieron, la fantasía se derrumbó, como un telón que se cae en medio de una función y deja a la vista a los artistas a medio cambiarse, perdiendo la gracia de quiénes representan ser.
Ella perdió el gusto por la vida. Supo de trabajos cuando sus amigas pensaban en novios. De responsabilidades cuando las demás diagramaban sus salidas. Y ahora, con casi treinta años parecía un ser a punto de estallar, porque lejos de estar acobardada, lo único que pensaba era en hacer justicia con su vida.
Todo sucedió, con toda seguridad, tras la invitación a la cena de despedida de año organizada por la empresa. Invitación, claro, que ella no recibió y de la que sutilmente le hicieron saber.
El odio, la bronca, no se sabe bien, fue lo que provocó la catástrofe. Había estado llorando en el baño, durante su tiempo para comer. Cada vez que intentaba regresar a su lugar, le daba otro ataque de llanto. Estuvo así varios minutos. Al regresar, su jefa inmediata la retó por haberse tomado un momento más del que le correspondía.
Entonces, algo en su mente hizo click. Imperceptible, inaudible. Un click. Como un chasquido de dedos. Algo efímero, pero consistente. Un click.
Se concentró en sus recuerdos oscuros, la niñez perdida, la adolescencia robada, en los años cuidando a su abuela, bañándola, limpiándole el culo cuando se cagaba encima, saliendo a trabajar y haciendo las tareas en los momentos libres, corriendo a hacer las compras y volviendo al trote para preparar la comida, el sueño cortado de cada noche, siempre dolorida, siempre exhausta, haciéndose cargo de mantener la casa en orden, de sacar las telarañas, de asear el sótano, de combatir esas inmundicias de cucarachas que poblaban los rincones, que deambulaban por los cajones, encima de la comida, grandes, pequeñas, voladoras, transparentes, con olor, sin olor, seres asquerosos que cuando los pisaba largaban un líquido viscoso entre blancuzco y amarillento, que habitaban sus sueños convirtiéndolas en pesadillas, viéndolas noche a noche devorarse a sus padres en una zanja cualquiera al costado de un camino oscuro y olvidado. Un click. Todo eso pensó en un click.
Y de pronto, comenzaron a aparecer. De atrás de los zócalos, dentro de los escritorios, de abajo del piso de madera, por las paredes, en el techo, de cientos, de a miles, de a millones. En la oficina empezaron a gritar, las mujeres a treparse a sus sillas, los hombres intentando golpearlas con sus zapatos, pero eran muchas, no podían, se les trepaban a los pantalones, se le metían en los pliegos, por las mangas, dentro de las camisas, hurgaban en sus medias, cubrían sus manos, las orejas, los ojos, la boca, las fosas nasales, convirtiendo el lugar en un manto marrón en vivo movimiento y un sonido ziz ziz ziz ziz elevado a la enésima potencia del roce de sus alas y patas lo abarcaba todo, salvo un escritorio, una pequeña porción del sitio, donde Antonia, aún con los ojos cerrados deseaba (porque era Navidad y a los niños buenos se les cumplen los deseos) con ganas que todos de una buena vez desaparecieran de la faz de la Tierra.

11 comentarios:

HUMO dijo...

Mirà Netito, si hay algo que me vuelve ridiculamente irrazonable, chillona y estùpida son las cucarachas!

Es excelentemente horrible ;)

Muchìsimas gracias por acompañarme este año, ha sido un placer para mi y espero seguir cultivando este año que comienza por lo que te deseo mucha felicidad y paz.

Un fuerte abrazo!

=) HUMO

SIL dijo...

/// viéndolas noche a noche devorarse a sus padres en una zanja cualquiera al costado de un camino oscuro y olvidado////


UFFFFFFFF !!!!!!!!!!!!

Cuando uno traga demasiadas cucarachas, tarde o temprano, las vomita.
Yo le llamo resentimiento.
El autor me dará el permiso, o no.



PRECIOSO CUENTO DE NAVIDAD...
y yo que pensé que me había zarpado con lo mío ...jajajajaja.

Diría HUMO, excelentemente horrible.

Un abrazo inmenso, Netito.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Pasé a echar un ratito en tu espacio. Siempre un placer pasar por aquí. Feliz día Navidad.

Saludos y un abrazo enorme.

Mannelig dijo...

Por los buenos momentos que me haces pasar con tu ingenio, sólo te diré, en estas fechas de paz y alegría navideña:

Pídele a Antonia que pare, que pareeeee...

Anónimo dijo...

que buuuuuuuuuuuuuuuuueniisisisisismo te ha quedado!

hasta derrame lagrimitas, es que no es cursileria pero la epoca me pone sensible.

Gracias por compartir tus grandiosos cuentos, de verdad que son una joya de buena gana los imprimia y los regalaba de navidad!... es que no encontre la manera de tener tu libro me he quedad con las ganas, pero lo regalaria a todos sin problema.

Feliz navidad y un año lleno de salud y logros, la tarea de sacar adelante el área no es fácil pero siempre lo has hecho de una manera inmejorable.
Recibe un afectuoso abrazo

Con tinta violeta dijo...

Aaaggggg, no soporto las cucarachas!!! Que cuento tan fantástico Neto. Aun tengo la piel de gallina. Lo mejor del cuento para mí, el click...o mejor el momento en el que uno siente que se produce. Está muy bien descrito y como a continuación todo se sucede con la rapidez de un torbellino...cuando uno ha tenido un click en su vida, sabe de sobras de lo que se está hablando...
Pobre Antonia, la pena es que nadie estuvo allí para echarle una mano...
Besos.
Doña tinta.

el oso dijo...

¡¡Esos son deseos y no otros!!
Buenísimo, Neto, parece ser que a los niños buenos se les cumplen. Sonamos entonces.
Vea que con la cuestión de las cucarachas ha espantado las damas. Pero no tema, esas vuelven.
Buenísimo, Neto.

Unknown dijo...

Hola Neto, pasé por aquí y esquivando ese zumbido de los escritorios, me permito felicitarte calurosamente por tu talento y el timing exacto de cada palabra.
Y aprovecho para desearte lo mejor en este 2010

Felipe R. Avila dijo...

Antonia era un absoluto bicho al final, era
la reina de las cucarachas.
Mereceria morirse de una buena vez.
porque es cierto eso de ¿"el mundo (todos) contra mi"?
O será que ¿"Soy lo que soy"?
Cuando me he encontrado con gente como Antonia,muchas veces eh, siempre me pregunté hasta dónde ha sido el mundo el malvado o si ha sido ella misma(tal vez cualquiera de nosotros) los que hemos permitido en alguna parte de nuestras vidas ese avasallar de jefes,esa soledad admitida, ese alejarse de todos, ese buscar el no estar con nadie, aunque ese nadie sea un placebo, una ditracción pasajera, una pequeña y momentánea compañia...
Mucha gente mas fuerte que "Antonia" busca al menos la compañia de una mascota...
¿La soledad (obligada o consentida)saca lo peor de cada uno?
Ah, me gustó el cuento, pero desprecio a estas antonias,bichos absolutos que los hay.
Neto, me hiciste acordar al final de "Carrie"...

Netomancia dijo...

Doña Humo, si a alguien le gustan las cucarachas hay que pegarle por sucio jaja. Son horribles, sin dudas. Gracias también a ud por ser una de las seguidoras constantes del blog. Feliz año que comienza!

Doña Sil, es un cuento cargado de buenos deseos y resentimiento, ja. Si, tiene el permiso. La pregunta es si Papá Noel le habrá traído o no el raid que pidió Antonia para el arbolito! Un abrazo y feliz fin de año!!!!!

Hiperión, el gusto es mío, gracias por la lectura!

Don Mannelig, mil gracias! Y lo de Antonia es preocupante, no me hace caso!!! jaja felices fiestas!

Sonia, muchísimas gracias por tus palabras, ojalá algún día pueda tener algún libro propio, hay que insistir y comentarios como el tuyo y lo de los demás lectores hacen que uno siga escribiendo y con ganas. Felices fiestas y una vez más, mil gracias!

Doña Tinta, el click es peligroso, más si le pasa al que tiene uno al lado. El click no avisa, llega, así de golpe. Lo mejor es mirar de reojo y tener el insecticida a mano ja. Doña Tinta o Doña Paloma, como prefiera para estas fiestas, que tenga un feliz fin de año!

Don Oso, mire que uno escribe con toda clase de alimañanas y siguen volviendo eh, que masoquistas jaja. Estacione tranquilo acá, que no hay carteles confusos. Un abrazo!

Paola, muchas gracias por lo que decís! Un gusto verte por acá! Felices fiestas!

Felipe, ja, mató el comentario! Antonia era la reina de las cucarachas jaja, terrible, pero muy buen punto de vista. Antonia como un ser despreciable y no como víctima. Sin dudas que es una lectura que daría pie a un buen debate, como para mesa de café. Ahora que lo decís, es verdad, remite a un ser como Carrie, vengativo y resentido. Te mando un gran abrazo!!!

Felipe R. Avila dijo...

Lo escribi para polemizar, no sabés lo que me costó poner:
"era la reina de las cucarachas.
Mereceria morirse de una buena vez".
Pensé que me dirian de todo,"¿cómo que merece morirse?,etc., pero no, mutis absoluto.
Aunque la verdad, no tan víctima, Antonia,y si muy resentida y vengativa,tal cual...