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14 de noviembre de 2009

El inolvidable asado en lo del tío Aurelio

Qué es más bello para la amistad que los momentos que se comparten sin importar el precio. Esto lo sabía muy bien Esteban y su grupo de amigos.
Esa tarde los llamó a todos. Asado para la noche, en el quincho del tío Aurelio.
¡Si ese quincho hablara! Lugar sagrado para el grupo. El tío Aurelio era en realidad un abuelo de Esteban, pero le decían así porque era compinche y les había dado hacía años las llaves del lugar para que se juntaran cuando quisieran.
El primero en llegar fue César. Bajó del auto una heladera portátil y le anunció al asador: "Más te vale que tengas hielo, porque si los vinos que traje se calientan te vas de rodillas al pueblo a buscar".
Esteban le tiró con una rodaja de pan. Y le señaló la enorme bolsa de hielo de diez kilos que reposaba sobre una reposera.
- ¡Se van a derretir infeliz! se quejó César, que de inmediato se ocupó de meterla en el freezer.
- Recién saqué la carne del freezer César, cómo querés que lo guardara antes.
- Si, claro, como si hubieses tenido veinte kilos de carne en el freezer. No vengas con cuentos. ¿Te ayudo a salarla?
- No, dejame a mi. Andá viendo si están los cubiertos y platos en la cocina que no miré. Por ahí le tenemos que avisar a Paulo que se traiga algunos del restaurant.
Esteban ya tenía la carne cortada. La saló bien y la colocó sobre tablas de madera. Cubrió los cortes con repasadores para que las moscas no los sobrevuelen y comenzó a preparar el fuego. La parrilla, como siempre, inmaculada de limpia.
Chisporroteaban los primeros carbones cuando se escuchó el inconfundible motor de la vieja Ford 100 de Felipe. El freno, el portazo, el acento cordobés.
- ¿Qué haceis culiao, todavía no tenes servida la mesa?
- Claro, vos calculale siempre para venir a comer, para ayudar nunca. ¿Verdad?
- Eh Esteban, parai el carro hermano, que te estaba jodiendo nomás.
- Ya se, ayudalo al César que lo mandé hace media hora a la cocina a buscar los platos.
- Debe estar mirando el partido el culiao.
- Y mirá, conociéndolo. Juega el Congo contra la Isla del Codorno y lo mira.
Bocinazos. Los únicos que podían anunciarse así al llegar eran el Lole y Martín. Los primos sean unidos. Uno más loco que el otro. Locos lindos, por supuesto.
Hasta César regresó de la cocina para salir a recibirlos.
- Esteban querido, tanto tiempo, qué alegría cuando me avisaste del asado.
- Te tenemos perdido Martín con el estudio. En cambio tu primo debe tener callos en los dedos de tanto rascarse.
- Pero porqué no te vas...
- Jaja, seguro que si Esteban, si mi tía me llama cada dos días para contarme lo muy productivo que es su hijo.
Empujones, risas y muchos mosquitos revoloteando en los brazos. Alguien sugirió repelente y otro lanzó un "maricón" que atrajo nuevas carcajadas. La noche comenzaba a tomar calor y no solo por el fuego, que ahora crepitaba intenso, dejando a punto el carbón.
Los primeros vasos cargados de cerveza comenzaron a circular. Aún faltaba gente. Adrián llegó casi de inmediato y unos quince minutos después, Pablo. Se sumaron rápido a la charla y a la ronda de cerveza.
- Che, por qué no van viendo quién prepara las ensaladas. Ya puse la carne al fuego.
- Epa epa epa, se pone lindo ésto. ¿Y el Duque? ¿El Duque no vino?
El Duque era Hernán. Infaltable en estos encuentros, la chispa ideal para arrancar sonrisas o traer un recuerdo de esos que parecen olvidados en un rincón de la memoria.
- Esteban ¿le avisaste al Duque?
- Si, le dije. Me dijo que venía.
- ¿Verdad que se pelearon hace un par de semanas? le preguntó César.
- Fue una tontería - respondió Esteban - Le salí de garantía con lo del auto y el turro se hizo el sota con un par de cuotas, pero ya está.
- Algo me dijeron pero viste como es la gente, habla al pedo y cuando te hablan de los amigos más vale preguntarles a ellos, al menos así pienso yo - dejó en claro César.
- ¿Pero pagó al final o tuviste que pagar vos? interrogó casi de la otra punta del quincho el Lole, que al final tomó la posta con lo de las ensaladas.
- Pagué yo, pero cambiemos de tema ¿les parece?
Estuvieron de acuerdo con Esteban y de inmediato se pusieron a discutir sobre la situación de la selección de fútbol, mientras el asador volvía a su puesto, de donde provenía un aroma a carne asada que hacía presagiar un éxito total.
Una hora después estaban comiendo en torno a la mesa. El Duque no apareció. César lo llamó al celular, pero éste sonó varias veces hasta que apareció el buzón de voz.
- Che, hijo de tu buena madre, estamos todos comiendo un asado de película y vos boludeando por ahí. Llegate si podés, estamos en lo del tío Aurelio.
- No te va a dar bola - dijo Martín - Si no vino para esta hora...
- Olvídense de él.
- Vos lo decís porque te cagó jaja - acotó oportuno Pablo.
Esteban ladeó la boca en signo de desaprobación. "Comé que se te enfría" sugirió. Pablo le guiñó el ojo, pícaramente.
Embelesado por la comida, Paulo palmeó a Esteban.
- La verdad, te pasaste. Qué buena carne. Mirá esta costilla. Mirá el huesito que tiene, es ternerita, muy bueno Esteban, muy bueno.
El resto se unió a los elogios y por supuesto, no faltó el famoso pedido del aplauso para el asador. Una que otra sonrisa volvió al rostro de Esteban.
El vino corría como río por las gargantas. Seis botellas vacías eran pruebas irrefutables de ello. Los rostros estaban colorados de tanto comer y tomar. Las risas explotaban constantemente, producto de las ocurrencias y el alcohol.
El clima era distendido, jocoso. Y de repente Felipe, cuyo repertorio de chistes parecía interminable, hizo un alto en el viaje del vaso de vino a la boca y disparó una broma contra Esteban: "Culiao, no lo habras matado vos al Duque ¿no?" y largó una carcajada, a la que se sumó el resto de la mesa.
Salvo, claro, Esteban.
Para sorpresa de todos, se puso de pie, visiblemente enojado. La silla fue a parar al suelo y el cuchillo cayó sobre el plato.
- ¡Basta! La verdad, me hartaron. ¿Qué quieren saber del Duque, eh? ¿Qué quieren saber? Si. Me cagó. ¿Lo llamé para que viniera hoy? No. No lo llamé. ¿Contentos?
- Bueno Esteban, dejate de joder, no es para que te pongas así. Somos amigos che, fue una broma nomás.
César quería calmar las aguas pero no parecía conseguirlo.
- Broma las pelotas, están jodiendo con eso desde que arrancó la noche. Ahora les importa ese hijo de puta. ¿Cuándo necesitó una garantía les importó? No, el único boludo que dio un paso al frente para darle una mano fui yo. Y mirá como me lo pagó. Pero está bien, por boludo me pasa. Por eso me revienta que ahora estén como estúpidos ¿y el Duque, y el Duque? O este imbécil "para mi que lo mataste".
- Eh culiao, fue una broma...
- Culiao tu viejo, dejame de molestar, ya te dije. Y todos ustedes también. Ya se los advertí. ¿En cuánto se creen que me estafó aquel otro? ¿Mil pesos? ¿Tres mil? No tienen ni idea. No pagó una mierda. Noventa mil pesos me sacaron. ¿O nadie pasó por enfrente de mi casa estos días? No, que va, si a nadie le importa lo que le pasa a uno. Enorme como esta mesa es el cartel: Se vende.
- Esteban, no sabíamos na...
- Se vende, muchachos. La casa que me dejaron mis viejos. ¿Se dan cuenta? No me queda nada. Todo por ese hijo de puta del Duque. ¿Pero saben qué? Ya está, no me importa más. Lo tengo más que asumido. Pierdo la casa, pago la deuda y me la cobro. En realidad, me la cobré. Vos pelotudo me preguntabas si lo maté. Si, lo maté. Le metí el mismo cuchillo con el que les corté la sangre hoy acá en el pecho, bien adentro, hasta sentir como se le rompían los cartílagos, los huesos. Y fui subiendo, abriendo un surco enorme, viendo como la sangre caía a borbotones, hasta que vi que los ojos estaban en blanco.
Hizo una pausa. Veía los rostros pálidos de sus amigos, notaba que el ambiente era otro, la algarabía había sido reemplazada por el miedo, y las risas, por el silencio. Tomó su vaso y bebió un sorbo de vino tinto. Luego prosiguió.
- Y lo más divertido, es que nadie me va a culpar. Porque ustedes serán mis cómplices en esto. Para eso están los amigos ¿o no?
- Esteban, no se que tendrás en mente pero...
- Paulo, te pido silencio. No les importa que tengo en mente. Los que les debe importar es lo que ya tuve dentro de mi cabeza y he consumado. El asesinato, limpiar el lugar, esconder el cuerpo, invitarlos para juntarnos, llegar antes que nadie al quincho, meter el cuerpo en el freezer, sacarlo antes que llegaran con las bebidas, cortarlo en trozos y salarlo, prender el fuego, asarlo y observar ansioso como ustedes se lo comían, devorándose con ganas la única prueba de mi venganza. Amigos míos, sin dudas que he sido el que más disfrutó este encuentro. Impagable, sin dudas. Brindo por ello y por nuestra amistad.

14 comentarios:

Maga h dijo...

Terrible, pero no esperaba menos de usted amigo Neto!
Como es habitual me voy con la sangre helada y registrando que me hizo pasar el tiempo sin que me diera cuenta.
Lo hacé muy bien!

Aplausos

MAGAH

Anónimo dijo...

a ver quién se olvida de una noche como esa no? Pero quien bien resuelto estuvo esto hermanito!!!
que buen relato el de hoy!!!!
ahhhh felicitaciones por ser finalista del concurso de Río Gallegos (ahí nací yo che!!!)
jejeje
Abrazos!!!

Evangelina Prieto dijo...

A pesar de que se hiela la sangre, tus relatos son altamente adictivos, no dejan que los ojos se despeguen de la pantalla hasta conocer el desenlace ...
Buenísimo trabajo Neto
Mi abrazo...

SIL dijo...

:O



Un beso...

mariarosa dijo...

¡¡Impresionante!!
Al mejor estilo de Hitchcok, me quedé sin palabras.
Muy bueno.

mariarosa

Don Belce dijo...

Hijo de p... sabía que por ahí venía la mano cuando dijo de las costillitas de ternera, y logicamente por conocer su cabeza retorcida Don Neto, un maestro Ud.
Felicitaciones por ser finalista del concurso! Ya le dije, vendrán muchos éxitos por su gran calidad.
Hay que jugar el 535!

Don Belce dijo...

Neto le envié un mail a su casilla de Gmail.
Saludos

Martín Gardella dijo...

Neto, te iba a pedir que me invitaras a ese asado, hasta que leí el final. Terrible.. con razón la carne estaba un poco dura.. Saludos

Anónimo dijo...

Como siempre amigo Neto, me sucedió como siempre. Los ojos clavados en la pantalla, las uñas saltando por los aires y el corazón estremecido. Construyes que es una maravilla y haces que el lector se involucre en el texto.
Gracias por compartir

Mannelig dijo...

Al principio, me recordó que este mes aún no nos hemos reunido el grupo, y me hice el propósito de convocarles para dentro de unos días. Al final, me parece que mejor el mes que viene...

Con tinta violeta dijo...

Wowwwww. Cuando empezaron las bromas...recordé que en "tomates verdes fritos"(no sé si en Argentina la titularon igual, un negro enorme había asado a un...boludo que se cruzó en el camino de las dueñas (Towanda y su mejor amiga)...y empezé a tener frío...lo mejor de todo es que ahora nadie puede decir nada sobre lo ocurrido.
Es muy bueno. Por cierto felicidades por la selección de tu relato en el concurso de Río Gallegos. Te deseo lo mejor. Cuentanos en diciembre...
Besos.
Paloma.

Netomancia dijo...

Doña Magah, gracias, se aceptan los aplausos, pero más pan dulces y turrones. Saludos!

Dieguito, con un asado así, quién quiere postre, no? Jaja. ¿Che, no te quedó ningún contacto en tus pagos para que me den una mano con el premio? jajaja.

Evangelina, muchas gracias. A veces hay que ver sangre para pasarla bien ja. Saludos!

Doña Sil, :).

María Rosa, gracias!! Saludos!

Don Alvarez, por qué al 535?? A primera, el lunes? Vamos, dígame, que lo juego! Ah y no se a quién hace referencia con eso de cabeza retorcida. Ojo que se el barrio en el que vive. No se descuide. :)
Ya recibí el mail, ya lo contesté. Vamos Alvarez nomás!

Martín, nuuu, menos mal que no te mandaste solo, mirá lo que te esperaba!!! Gracias! Un abrazo!

Don Luis, un placer saber que el texto llega de esa forma. Saludos!

Don Mannelig, deje pasar unos meses y reúna al grupo. Y no invite, claro, a los que usted le deba algo. Saludos!

Don Tinta, si, acá se tituló de la misma manera, una película entrañable, hermosa. Sabe que también me vino a la mente ese film mientras escribía. Es grandioso lo que sucede. Y gracias por los buenos deseos. Les contaré el diciembre, claro que si. Slaudos!

el oso dijo...

- Esteban ¿le avisaste al Duque?
- Si, le dije. Me dijo que venía.
Señal de que el ducque estaba abrasado a la parrilla...
Genial, Neto, eso sí... cuando me invite, comemos pizza.

Netomancia dijo...

Don Oso, no no, le prometí asado y será asado. Por las dudas, no vendría un par de horitas antes, que necesito ayuda con la carne?