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30 de octubre de 2009

Los habitantes

Caímos en el pueblo luego de perdernos al tomar una salida equivocada de la autopista. Carlos avisó que el camino no estaba en su mapa, pero sus indicaciones no siempre eran confiables y nadie le hizo caso. Si no está, refunfuñó Luis, es que debe ser un atajo y así concluyó la discusión.
Al principio creímos que el lugar era como una especie de oasis en el desierto, un paraje inesperado que nos ayudaría a retomar el rumbo, el sitio ideal para detenernos, comer algo y preguntar como regresar a la hoja de ruta de nuestro viaje.
Nos detuvimos frente a una desolada plaza. El pueblo parecía abandonado, pero todo pueblo pequeño suele dar esa impresión y más aún en la hora de la siesta.
Joaquín y Enrique fueron los que se bajaron de la camioneta para preguntar en lo que aparentaba ser un bar, del otro lado de la calle. Carlos en tanto seguía ofendido porque nadie había considerado en su momento lo que había dicho y César, como siempre, era el encargado de apaciguar los ánimos.
Los dos que habían cruzado la calle regresaron con el semblante preocupado. En el bar no había nadie, aunque la puerta estaba abierta. Miramos alrededor y la idea de un pueblo fantasma nos asaltó a todos al mismo tiempo.
Pensamos en seguir viaje, en no perder ni un minuto más en tan desolado lugar. No recuerdo quién propuso entonces hacer un recorrido por las pocas calles que habíamos visto, como para confirmar la teoría que el grupo tenía. Hoy me arrepiento de no haber objetado la idea.
Ni siquiera nos subimos a la camioneta. Marchamos a pie por esa misma calle, hasta la primer intersección, donde la cruzaba una artería más ancha, que imaginamos, era la principal.
Todas las casas guardaban silencio sepulcral, aunque parecían estar habitadas: las ventanas abiertas, las cortinas descorridas, el césped corto y prolijo. César golpeó las palmas frente a varias de las viviendas, pero nadie respondió a su llamado.
Pasamos frente a un almacén, una peluquería y hasta lo que suponíamos, era un dispensario. Todos los lugares estaban abiertos, las puertas sin llave, pero totalmente vacíos en su interior.
Recorrimos dos o tres manzanas y decidimos irnos. Al volver a la plaza la camioneta no estaba. Y arrojados frente al bar, sobre la vereda, se encontraban nuestros bolsos.
Luis se puso furioso, era la camioneta de su padre. Nuestra preocupación comenzaba a ser entonces que tendríamos que marcharnos del pueblo caminando. Desde antes de llegar a ese sitio, ya habíamos vislumbrado en el camino que nuestros celulares no tenían señal. Por más que volvimos a probar, la suerte no cambió.
Con el sol a cuestas, partimos en grupo hacia el este siguiendo la línea imaginaria de nuestro recorrido. No habíamos hecho dos kilómetros dejando atrás el pueblo a nuestras espaldas, cuando divisamos a la distancia otro paraje. Sonreímos y apuramos el tranco.
A medida que nos acercábamos las siluetas nos resultaban familiares. Al llegar a la entrada de ese pueblo comprendimos que se trataba del mismo que habíamos abandonado media hora antes.
Aquello desafiaba nuestro razonamiento, nos acercaba a la locura. Discutimos sobre lo que estaba sucediendo pero no llegamos a ninguna conclusión. ¿Acaso la había?
Volvimos a intentarlo. Una y veinte veces más. Tomábamos siempre otra dirección, otro camino, pero al cabo de dos kilómetros llegábamos de nuevo a esa maldita entrada, como en una pesadilla.
Con el tiempo nos dimos por vencido. Anclamos nuestras fuerzas hace ya tanto que no lo recuerdo y nos quedamos en el pueblo. Vimos que había provisiones suficientes para subsistir.
Los primeros tiempos estábamos lo más juntos que podíamos, pero de a poco fuimos dejando de hablarnos, como culpándonos unos a otros de lo que nos había pasado.
Luego, cada uno fue apostándose en una casa diferente, haciendo alusión a una mayor comodidad. Nos convertimos en solitarios. De vez en cuando nos cruzamos en la calle, pero ya ni nos saludamos, como si fuésemos extraños.
Es que quizá lo somos. Debo confesar que recuerdo sus nombres porque los tengo anotados.
A veces quiero creer que no fuimos nosotros los que caímos en las garras del pueblo, sino otros, y que nosotros estamos en otra parte, viviendo nuestras vidas y esto es tan solo un mal sueño del que cuesta despertar.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Neto, este es de los buenos, buenos. Has logrado transmitir esa sensación de abandono, de desolación, de apuro ante lo que parece imposible. La soledad que viven los personajes alcanza al lector desde la llegada de los protagonistas a la plaza del pueblo y poco a poco se va convirtiendo en angustias.
Me encanto

HUMO dijo...

Neto: me provocas sensaciones tremendas, me impactan, me retumban, me descalabran y me atornillan a la silla tus cuentos, son provocadores y superan las fantasias que yo pueda llegar a tener, siempre me sorprendes, éste cuento es magnífico y complejo su final, que me hace suponer diferentes cosas, siempre sugieres y uno le da el toque que desea, eres hasta generoso en eso, nos das libertad para interpretar, eso lo vuelve mas rico, mas admirable.

Un gusto leerte, de verdad!

=) HUMO

de todo un poco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Felipe R. Avila dijo...

Querido Neto: comos siempre
tu escrito es ¡excelente!

Unas dudas me vienen: si hace tiempo que están habitando el lugar
¿no hubo rastros de quién o quiénes
se llevaron la camioneta y arrojaron los bolsos?¿No hubo otros viajeros atrapados?
(como ve, ya estoy esperando la saga completa...)
Y finalmente:
¿podemos pensar que no es alguien sino "el pueblo" el que atrapa
con seduccion de pastos cortados y comida suficiente,amplias casas al principio y más tarde con la fuerza, cuando detecta que no lo habitarán?
¿Es este pueblo,ejem,ejem, como una mujer posesiva??????

Sáqueme estas terribles dudas,por favor.

SIL dijo...

Ya venía mal pisada, y Felipe me terminó de embarullar, vio...


MI interpretación de este BUENÍSIMO relato, es que el pueblo maldito hace desaparecer los cuerpos de las personas, sólo deja sus almas vagando por las calles, y nadie sabe de la existencia del otro, todos atrapados en el mismo lugar, y NO los deja ni los dejará escapar...
AH !! y también se encargó de hacer desaparecer la camioneta...
Para que no huyeran antes de convertirse en espíritus invisibles.

Hice lo que pude Netito.

Vos dirás.
Un beso, Hermanito.

nina dijo...

¡Qué bueno, Neto! Y qué desesperación estar ahí...
Me gustó mucho el texto, es una idea genial.
Un abrazo.

el oso dijo...

Y yo que pensaba que la gente no se iba de un lugar porque se aquerenciaba...
Pero bueno, acá el que se aquerencia es el pueblo...
Excelente, Neto, con esa sensación de ahogo que transmitís como nadie.

Mannelig dijo...

Huyyyyy, ya nada más leer en la primera línea que habían tomado la salida equivocada de la autopista, me pasó un escalofrío por la nuca...

Lisandro dijo...

Uno siempre siente miedo por una causa explicable... pero peor aun es esa preocupacion de no saber que paso, o porque paso... y mas aun perdiendo nocion y lugar!!! muy bueno Neto, coincido como muchos dejas una sensacion diferente en cada texto!!! un abrazo!

Severi dijo...

QUÉ PLACER QUE PRODUCE aterrizar en tu blog Neto..saborear estos cuentos a las 2 AM. no se compara con nada!! alucinante!!muy Stephen King puede ser? El clima de misterio y tu capacidad de ser impredescible te colocan en un palco de escritores privilegiados.
un abrazo amigazo.

leoriginaldisaster dijo...

un placer el pasarse por aqui. Como siempre amigo neto.
Tus relatos son misteriosos.
No dejes de escribir nunca!^^

un gran abrazo!

Don Belce dijo...

En la entrada del pueblo un cartel decía: "Bienvenidos a Villa Constitución". Muy bueno Neto, excelente relato, saludos!

Anónimo dijo...

que crueldad absoluta la de esta vida y sus parajes!!! que pedazo de relato te mandaste hoy Neto!
Es preciso y filoso, es genial!
perdidos en un bucle de tiempo, en un deja vu, en una soledad extrema no muy lejana de las que uno puede ver todos los días, cualquier similitud con ciertos lugares será cuestión del azar; pero que decir no?
un abrazo!

Con tinta violeta dijo...

Fantástico Neto, creaste un agujero negro en medio del desierto que se los tragó.
He disfrutado mucho leyendo éste.
Besos.
Paloma.

Con tinta violeta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Posmoderna dijo...

El tópico del prueblo desolado. Que hace que se dejen de hablar y se vuelvan extraños? el mismo pueblo o el hastio humano?

Saludos Neto! excelente como siempre

Netomancia dijo...

Mañana prometo contestarles a todos. Les agradezco las lecturas!!!!

Martín Gardella dijo...

Ese pueblo sí que mete miedo. Muy buen relato. Estás muy productivo últimamente, brindo por eso! Un abrazo

Netomancia dijo...

Luis, muchísimas gracias. La angustia se va viendo de a poco, exactamente y es lo que nos puede llegar a asustar.

Doña Humo, gracias por sus palabras. Esa libertad es la que hace un cuento más atrapante, no hay dudas. También como lector me gusta encontrar eso en un texto. Saludos!

Felipe, en qué terrenos entrás con esa última pregunta jaja. Quizá no hubo "alguien" moviendo los bolsos, sino el pueblo mismo y puede que haya otros viajeros, pero en otro plano de existencia paralelo, esa idea me gusta. Gracias muchacho!!!! Un abrazo!

Doña Sil, creo que las interpretaciones son todas válidas, la suya me gusta, no había pensado en la posibilidad que no fuesen cuerpos los allí apresados, sino espíritus. Saludos!!!

Nina, desesperante es la palabra y hasta es quizá que me haya dejado llevar por los tantos relatos de pueblos de esta índole que tiene don S. King.

Don Oso, se aquerencian a la fuerza, lo hemos dejado al descubierto ja! Un abrazo!

Don Mannelig, bueno, es bueno saber que desde el comienzo es agradable la lectura. Gracias!

Lisandro, gracias. La verdad que es muy lindo leer comentarios como el tuyo, un abrazo!

Don Severi, muchísimas gracias! Las horas altas son las mejores para la lectura, comparto eso también. Gracias Marcos!

Leo, gracias! Esperemos no dejar jamás, porque es hermoso escribir. Gracias!

Sergio, mirá que las veredas estaban sanas eh jaja. Un abrazo señor dibujante!

Dieguito, filosa la puntería de estos tipos en caer justo allí. Moraleja, no ir donde no queríamos ir. Un abrazo!

Martín, muchas gracias. Intento mantenerme en forma jaja. Escribir seguido es buena manera de mantener a la imaginación productiva. Un abrazo!

Anónimo dijo...

y mi comentariooo????


aaaaaaaaahhhh!!
yo ya habia comentado aqui.. y no esta!?

quien se lo llevo.. a ver..
a ver...

reviso de nuevo, y si no esta... ya veran!


aaaahhhhhhhh!
no es justo.

bueno como sea, esta super bueno este, me gusto mucho, ya ni me acuerdo que te habia puesto, =0( snif, snif!!

bueno, te dejo un beso de cualqueir manera.