En un pasillo largo, tan largo que jamás se llega al otro extremo y oscuro, tan oscuro que solo se detectan las paredes al chocar contra la áspera y dura textura del granito, caminan los que han perdido el rumbo en la existencia.
Con el tiempo se han acostumbrado y avanzan con los ojos cerrados, soñando una vida. Es tan profundo el sueño, que no caemos en la cuenta que lo hemos transformado en nuestra realidad diaria. Sin embargo, allá estamos, en ese pasillo distante, avanzando sin ton ni son.
Mis padres y el mate de las cinco.
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Era el rito del mate de cada tarde a las 5.
Mi padre nos esperaba después de las caminatas por la playa, en las que mi
madre y yo desgranáb...
Hace 2 días.
1 comentario:
Encerrados, sin salida a la vista.
Saludos Neto.
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