Trato de no ver, de apartar la mirada, de hacer fuerza con los párpados para espantar los miedos. Pero hay algo que es peor, algo que aún persiste y es el sonido. Porque aún puedo oírlo, y a pesar de tener clausurados los ojos, mis oídos traicionan todo esfuerzo. Por eso llevo las manos hacia las orejas y las oprimo con violencia, sin importar el dolor que les causo, que me causo.
Ahora sí, ahora estoy a salvo. Me creo a salvo. Evado el momento, el temor, al monstruo del destino. Y entonces, cuando siento que las paredes vibran, que bajo mis pies pareciera que se ha desatado un terremoto, abro los ojos, hago las manos a un lado y me uno al grito de todos, al alarido más potente que un ser humano pueda dar: penal y gol sobre la hora.
El museo
-
*EL MUSEO. Cuento.*
El problema del museo no era su vejez, era el abandono en que lo había
sumido la desidia de sus últimos directores y la poca colab...
Hace 1 día.
1 comentario:
http://www.666cuentosdeterror.com/2014/02/mas-cuentos-de-terror.html?m=1 te conocí oor Mauro Croche y se lo agradezco mucho, tus historias son oro puro. Gracias por tanto
Publicar un comentario