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16 de marzo de 2011

Mandril

Al viejo Smith se lo conocía como "mandril". Así le habían puesto de apodo los habituales parroquianos del bar de un suburbio olvidado de la ciudad: peludo en los brazos, según dejaban ver las camisas arremangadas y la nariz colorada, aunque esto último era casi una característica de todos en aquel lugar.
Una noche con varias rondas de cervezas encima, confesó haber matado a la mujer. Claro que nadie le creyó. A la vieja Elvira, hosca y poco dada con la gente de la zona, la veían todas las tardes barriendo la vereda y de vez en cuando, sacudiendo las alfombras.
- ¿Cuándo che? ¿Cuándo la mataste? - preguntó alguien.
- Hace tanto que perdí la cuenta - dijo con la boca hacia un costado.
Desde entonces, al cruzarlo por la calle, no hay quien que no le grite "adiós mandril asesino". Por supuesto, se ríe el viejo Smith y también el otro. En el barrio, el dicho es como un chiste e incluso a los más pequeños los asustan con la promesa de "llamar al mandril asesino".
Smith sin embargo, si bien se reía, nunca volvió a decir ni una palabra al respecto. Las mujeres de la cuadra estaban segura que lo que había dicho, había llegado a oídos de Elvira y que por eso, o lo había reprendido o bien, amenazado con denunciarlo a la policía. Era probable, decían; al menos, ellas habrían obrado de esa manera.
También era cierto, por otro lado, que nunca se los veía juntos. Para muchos, eso definía la relación. Razón por la que el viejo se pasaba horas en el bar y la esposa, horas encerrada en la casa.

"Mandril" no era tonto, pero el alcohol lo podía. Esa noche metió la pata, pero, podría decirse, salió ileso. Si lo pensaba bien, era la mejor fachada. ¿Veinte años ya? Que increíble, cómo pasaba el tiempo. Si hubiesen tenido hijos, no habría sido tan fácil. Por suerte la Elvira era poco sociable.
No le costaba nada ponerse uno de los viejos y horrendos vestidos de cuerpo entero de quién en vida había sido su mujer, una peluca, un par de aros, darse una buena afeitada y salir a la vereda a barrer durante algunos minutos o bien, agarrar un palo y pegarle unos cinco minutos a las alfombras de la casa, a la vista de todos.
Veinte años y como si nada. Hacía tiempo que la bolsa de consorcio enterrada en el fondo del patio debía contener solamente huesos. Y por suerte, a nadie le interesaba. Ni confesando le habían creído.
Siempre fue fácil y ahora más. Camina las calles como cualquiera, desnudando la ignorancia del resto. Es respetuoso y amable cuando está sobrio y prácticamente termina dormido, cuando se emborracha.
No ha vuelto a hablar del tema. Pero si le piden "Mandril, contate cómo mataste a tu jermu" el responde muy educadamente, "No quiero irme por las ramas" y con elegancia, vuelve otra vez a su trago.

8 comentarios:

Felipe R. Avila dijo...

Me sorprendiste: pensé al comienzo que venía de fantasmas y al final...nada que ver.
Parece una reflexión sobre el prejuicio:
los encasillamientos a los que sometemos o nos someten, a las opiniones tajantes y como se ve, erróneas de una pequeña sociedad.
Muy bueno,che!

mariarosa dijo...

Ay mi querido Neto, que buen cuento.
¿Cómo no se me ocurrió a mí?
Ja, a veces me preguntó cómo escribis tanto y tan bueno.
Felicitaciones.

¿Te gustó mi poema?
Me alegro. De ves en cuando dejo de matar personajes y me pongo romanticona... deben ser los años...

Un cariño.

mariarosa

Netomancia dijo...

Don Felipe, si, es una buena lectura la tuya. A veces creemos ver lo que queremos y no lo que es en realidad. Un abrazo!

Doña Maríarosa, se lo gané de mano entonces ja. Si, me gustó. Y está bien hacer un alto de vez en cuando y en lugar de desparramar sangre, regar unas flores. Saludos!

Anónimo dijo...

si, mejor q no se vaya por las ramas, a ver si en una de esas encuentra una copita, un arma y empieza a perder la elegancia jeje.
abrazos!

Netomancia dijo...

Don Diego, el vino casi lo entrega je. Según mi primo, el tipo era un travesti reprimido. Otro interesante punto de vista. Un abrazo muchacho!

Anónimo dijo...

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SIL dijo...

Un ejemplo cabal de que la realidad puede superar en horror y crudeza cualquier fantasía.
Gris, desnudo , áspero e inesperado este texto, como ratón en huída, Netito.

SIL

Netomancia dijo...

Don Miguel Angel, muchas gracias, veremos dino Lemos.

Doña Sil, el ratón huiría por los escobazos del Mandril disfrazado de la mujer?? Puede ser, todo puede ser. Saludos!!!