Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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30 de diciembre de 2010

Por Martín

Entre tanto estruendo, se olvidaron de Martín. Chiquito, encarador, de berretín fácil y llanto ligero, el gurrumín se escapó por el fondo de la casa, que no tenía tapial.
Se dieron cuenta a la hora del brindis, en el momento que renegaban con Mateo, el nene más grande, porque seguía encendiendo cañitas voladoras mientras que los abuelos querían bajar el pan dulce con alguna bebida.
La madre lo llamó por su nombre. Se inquietó, aunque no quería trasladar sus nervios a los demás familiares. Se le acercó su esposo, que le preguntó que pasaba. Le confesó que había perdido de vista a Martín y que ahora no lo encontraba.
El hombre puso en sus manos la botella de champán y salió a la vereda. Consultó con sus vecinos si habían visto a su hijo, al más pequeño. Entre risotadas y felicitaciones, le dijeron que no, aunque fueron sinceros: habían estado atento a los fuegos artificiales.
Se le ocurrió entonces la nefasta idea del fondo de la casa. Pero no podía ser, tanta gente en el lugar y el nene se escapa sin que nadie lo vea. Pasó delante de la mesa donde estaban todos sentados y por los rostros, la preocupación se había instalado entre los mayores.
Su mujer lo siguió, dándose cuenta del lugar al que se dirigía. El le pidió que regresara por una linterna y así lo hizo. En la oscuridad, el hombre se las arregló para no tropezar con escombros de una vieja construcción. Quizá en el momento de los fuegos artificiales irrumpiendo en la noche, los destellos de luz pudieron haber ayudado a Martín a sortear todos los peligros, pero si se había internado en el camino que llevaba hacia las afueras...
Su mujer llegó con la linterna, agitada. No le dio tiempo a preguntar, tomó el aparato y lo encendió. El haz barrió el lugar de un lado a otro, frenéticamente. Ella quería pedirle calma, pero de nada serviría. No había rastros de Martín.
Avanzaron por terrenos baldios, siguiendo la única dirección posible. Llegaron hasta el camino que tanto temía, sin haberse topado con ningún indicio.
- No quiero llamarlo aquí a los gritos Elena.
- Te entiendo - dijo ella casi en un susurro.
Más allá se veían los altos matorrales de los primeros campos y aún más lejos, el espeso bosque de árboles que se recortaba siniestramente contra la noche. Una brisa de antaño les erizaba la piel. A kilómetros de distancia, un aullido partió la oscuridad en dos.
- Volvamos Elena, no tiene remedio.
Quiso pronunciarse en un llanto, pero reprimió el impulso.
Volvían en silencio, aunque de vez en cuando ella repetía como un robot "sabía que no debía ir hacia allí, sabía...".
Ingresaron a la casa por el fondo. Se recordó las veces que se dijo que debía tapiar el lugar, como lo habían hecho todos los vecinos. En la mesa los aguardaba un semblante lúgubre, casi de resignación. No hubo preguntas. Comprendieron al verlos volver sin el pequeño.
Los padres tomaron asiento cada uno en su lugar y sin mirarse a los ojos, tomaron sus copas. El fue el primero en levantarla y decir "por Martín". Chocaron sus copas, con algún que otro petardo tardío de fondo y el llanto de una de las abuelas.
Allá afuera estaba Martín, si acaso aún era tal. Sabían todos su destino, porque nadie que fuera a los Campos de la Sangre, volvía a la ciudad. Al menos como humano.

9 comentarios:

SIL dijo...

Voy a atar a los meliizos a la pata de la mesa ;)

Yo-opino- que un relato de terror duplica su impacto cuando se desarrolla en un ambiente de cotideaneidad.
Cuando todo es ficción, el lector avanza relajado sólo disfrutando de las circunstancias.
Cuando la cuestión se desarrolla en ámbitos reales, y después se van tiñendo de sangre, es ahí cuando la antedicha, se congela.

PD: Grande, Netito, por todos los logros de este año, y por el Made in España que veo por ahí arriba!!

SIL

Felipe R. Avila dijo...

Creo que este relato abre las ùertas a otros, a continuidades como te pasara con El Errante y los Callejones. Claro, si el padre pone una tapia, si los vecinos estuvieran atentos, si no se hubieran acostumbrado a convivir con el horror(mire que metáfora de las dictaduras), si el pibe no se escapaba,si...no habia historia.
Y sin embargo, tiene un alto sabor a comienzo necesario,
a frutilla(fresa,Paloma!) madurando pero ya dejando su perfume...
¿por que no gritaron los padres cerca de las casas?¿que pasaba en el bosque de la infamia? ¿volvían algunos y cómo? Excelente la expectativa, ¡ya quiero leer mas amigo!

Con tinta violeta dijo...

¡Desde luego que no vuelve como humano! al menos, a juzgar por el aullido que rompe en dos el silencio en medio de la noche...¡horroroso y terrorífico!
Mañana en tanto brindamos tendré puertas y ventanas cerradas, por si acaso, ja,ja (bueno, será porque hace frío)
Me ha gustado Neto...y ¡ felicidades por los relatos de Valladolid!
Besos, abrazos y feliz año!!!


PD: esto va para Felipe: la fresa es una de mis frutas favoritas...diría la que más. Pero las mejores aquí llegan en marzo-abril. Besos también para vos.

Netomancia dijo...

Doña Sil, muchas gracias por el comentario. Cuando lo cotidiano se vuelve aterrador, es doble el miedo, sin dudas. Y gracias por lo de Spain! Saludos y muy buen comienzo de año!!!!

Don Felipao, este relato es de vampiros, al menos eso pienso al releerlo. Eso es lo que acecha en la profundidad del bosque. Es lo que me imagino. Es lo que quiero que haya. Puede que si, que sea una historia para seguir, para darle cuerda. Me gusta este texto como un comienzo. Veremos, por ahí Martín regresa, babeando sangre...
Feliz año Felipe! Un abrazo!

Doña Tinta, eso, cierre todo, quién sabe si el tío Martín (justo así se llama!) se quiere escapar! Rica la frutilla, si señora, torta de frutilla, lo mejor que hay! Feliz año Paloma!!! Saludos!

Anónimo dijo...

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mariarosa dijo...

Terrible historia.

Neto es impresionante, a mí como abuela de seis chiquitos me puso la piel de gallina.
¡¡¡Querido Neto que el Año Nuevo Te cumpla sueños y deseos, que las musas te acompañen siempre y que Dios te bendiga!!!

Un beso.

mariarosa

Mannelig dijo...

A ver, no molesten, guarden silencio, dejen escribir al genio, tengan las botellas de oxígeno a la mano para recuperarse, que el nuevo año promete. Ah, y no se distraigan con eso que parece estar arañando la puerta de su habitación. Seguramente será el gato, que quiere entrar. O no...

Felipe R. Avila dijo...

genial,Mannelig, me gustó su comentario...

Netomancia dijo...

Anónimo, yes!

Doña Mariarosa, muchas gracias! Esperemos que las musas no se vayan! Mis mejores deseos para ud!!!

Don Mannelig, sus comentarios son siempre dignos de enmarcar. Muchas gracias!!!

Felipe, visite el blog de don Mannelig, escribe como los dioses y las cosas que cuentan, son espectaculares!