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26 de noviembre de 2010

Siseante

Cuando en la noche la maleza sisea, hay que poner cuidado. Lo sabía el Guido, capataz del campo. Lo sabía el Cirilo, el peón que oculto tras el establo, rezaba al Tata Dios para zafar de esa.
Pero ni uno ni otro la vieron venir. Puede que la hayan escuchado, puede que no. Es probable. El viento atravesaba la llanura aquella noche y se llevaba algunos sonidos. El Guido estaba de pie cuando la vio, la escopeta aferrada con furia entre ambas manos. Casi al mismo tiempo se percató de su presencia el Cirilo, prácticamente arrodillado, oculto del capataz.
Fue un santiamén, una exhalación. Ssss. Ssss. Y clavó sus colmillos. El Guido cayó todo lo largo que era, con las órbitas de los ojos casi saliéndose de sus cuencas, apresado por el dolor. Alcanzó a divisar la sombra del Cirilo, justo donde creía que estaba escondido.
El peón lo vio caer. Pero no tuvo tiempo a nada. Ssss. Ssss. Gritó de dolor, pero fue un grito mudo, que solo resonó en su cabeza. Cayó con la boca abierta sobre la grama y las heces del ganado.
Los cuatro pares de ojos moribundos se cruzaron. El sufrimiento se había robado toda claridad. A la distancia, compartían el adiós. Lejos estaba la escopeta de las manos del Guido, que ya no volverían a disparar. A cientos de años luz se encontraba el perdón para el Cirilo, cuyas manos aún atestiguaban el rojo de la sangre de Lucía, la esposa del capataz, amante ocasional, víctima de un arrojo de locura.
Y recorriendoles las piernas, sin dejar de sisear, ellas, las centinelas del infierno, disfrutando la escena, aquella antesala de la muerte a merced de la noche, esa partida inesperada que dejaba inconclusa la venganza, el arrepentimiento o el mismísimo perdón.

7 comentarios:

SIL dijo...

Las centinelas del infierno, una especie de Parcas Malditas y Sonoras.

Si las palabras fueran pinceles, diríamos que la escena está pintada con maestría, Netuzz.
TKmucho

SIL

Carla Kowalski dijo...

Wawwwwwwwwww!!!! Que intensidad!!! Te juro que me imaginé todo, que bien que lo contaste, todo con detalles.
Y sabes? lo último me dio un poco de miedito...

P.D:queria invitarte a que pases por mi nuevo blog: Las Historias de Carla

Mariela Torres dijo...

Muy bueno. Morir así, sin venganza, arrepentimiento ni perdón, como vos decís, no sé si pensarlo como justicia o injusticia, lo que hace la historia exquisita.

Saludos.

Con tinta violeta dijo...

En cierto modo esas siseantes embajadoras del infierno se adelantaron a ejecutar lo que el odio y la venganza hubieran hecho tarde o temprano. El infierno tiene muchas caras.
Genial. Te hace sacudir un escalofrío al leerlo...
Abrazos!!!

mariarosa dijo...

Que historia.

La venganza y el infierno ... ahí nomas...

como siempre entre tu literatura fantástica queda mucho por masticar.

Buen fin de semana.

mariarosa

el oso dijo...

He ahí las consecuencias de no cortar el yuyal a tiempo...
Bue. Buenísimo, Neto, me hiciste acordar a The Blair Witch Project.
Abrazos re-vueltos

Netomancia dijo...

Doña Sil, muchas gracias. Su comentario salpicó pintura para todos lados! Saludos!

Carla, muchas gracias!!! Iré a ver tu blog!!! Saludos!

Doña Mariela, se agradece el comentario, justicia o injusticia, esa es la cuestión. Saludos!

Doña Tinta, no tanto sacudirse, que se va a marear delante de la pc. Gracias! Saludos!

Doña Mariarosa, en la masticación está la degustación. Muchas gracias! Saludos!

Don Oso, vamos, no sea vago y corte el yuyal... en el balcón? Ja. Un abrazo!!!