Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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18 de mayo de 2010

El desván

El desván, lugar aborrecible si los había. Se turnaba con su hermana para limpiarlo, porque mamá con sus achaques ya no podía. Ese día, por ejemplo, no le tocaba a ella. Pero Lucía no había aparecido en toda la tarde, tras haber salido con Julián, el muchachito que le gustaba este otoño.
No había lamento que objetara el lampazo y el balde que sus brazos transportaban. Su madre era tajante en ese sentido. Todos los martes, el desván. Y Lucía lo sabía. La muy maldita lo sabía.
Subió la escalerilla cuidando de no volcar el agua.
No entendía como el polvo podía acumularse tanto semana a semana allí arriba. Claro que se hacía siempre la misma pregunta, sabiendo con precisión que la culpa era de las dos, tanto de ella como de Lucía.
Aquella tarde un par de años antes, cuando todavía jugaban con muñecas y tras discutir por el vestido de una Barbie, su hermana le arrojó a Ken por la cabeza, con tanta mala suerte que impactó en la buhardilla, rompiendo el vidrio.
El hueco quedó allí como recordando aquella pequeña gresca. Su madre se negó a gastar dinero en reemplazarlo, sobre todo porque éste no abundaba. Y el polvo sabía que por allí tenía la entrada asegurada.
Sobre un pequeño armario que hacía años dormitaba abandonado en el desván dejaban un plumero, con el que primero sacudían los muebles viejos y otras pertenencias que su madre había ido acumulando con el tiempo.
Ella sabía que cuando mamá era joven allí pasaba sus horas cebándoles mates a Martín, el padre que nunca alcanzaron a conocer. Martín escribía sentado en una silla revestida en mimbre, encorvado sobre su máquina de escribir Olivetti, en el lugar que aún podía encontrarse, sobre la mesita más cercana al diminuto ventanal.
Papá había muerto hacía más de veinte años y su madre, esperanzada en que milagrosamente regresara del más allá, como el solía contar en sus novelas de terror y suspenso, había permanecido de luto, esperando allí en el desván, pava y mate en mano, mirando en todo momento por la buhardilla.
La historia que tantas veces su madre le había contado en tardes de lluvia volvía una y otra vez a su mente cada vez que tenía que limpiar ese lugar. Primero no habían entendido como era que si papá había muerto hacía tanto tiempo, ellas eran tan jóvenes. La respuesta de mamá era de dos palabras, pero recién más grandecitas supieron que significaba "inseminación artificial".
Sobre el piso de madera algunas hojas secas indicaban que no solo polvo entraba por donde faltaba el vidrio. Y las telarañas en todas partes le recordaban que llamar soledad a lo que allí reinaba no era tan así, al menos debía haber cincuenta arañas escondidas en los lugares más inimaginables. Mejor así, pensaba ella mientras pasaba el lampazo, porque aborrecía las arañas.
Era verdad también que no ponía mucho énfasis en la limpieza. El lugar le daba ciertos escalofríos, razón suficiente para hacer todo lo más rápido posible. Ese día no podía odiar más a Lucía, tan descarada en irse con Julián cuando debía estar ocupando su lugar, fregando el piso mientras ella veía televisión acostada en la cama.
Desde que la buhardilla se había roto, las corrientes de aire eran insoportables. Por esa razón, además del reto de mamá, habían dejado de jugar allí arriba. Es que... le parecía tonto pensarlo, pero parecía que las corrientes de aire fueran más frías de lo que eran con normalidad en otras partes de la casa. La altura, con seguridad, se mentía.
Y cuántas veces acaso no había escuchado alguna que otra tecla de la máquina de escribir golpear contra el rodillo vacío mientras le daba la espalda. El viento, ha sido el viento, se engañaba. Pero ¿había sido el viento? Nunca tuvo el coraje de enfrentar a Lucía y preguntarle si a ella le había pasado algo parecido mientras hacía limpieza. Temía que fueran imaginaciones solo suyas y que su hermana se valiera de esas anécdotas para molestarla. Era verdaderamente molesta cuando quería hacerla enojar. Y lo lograba con facilidad.
O el armario. El armario solía resoplar. Por supuesto, nunca atinó a abrir las puertas y ver el interior. Eran esos momentos en los que solo pensaba en terminar rápido y salir corriendo. Pero ya estaba grandecita, no podía dejarse intimidar por ruidos inverosímiles.
Por eso, pensar en todo ello, paradójicamente la distraían. Y eso hacía cuando la puerta trampilla que daba a la escalerilla cayó sola, cerrándose. Posó la mirada en ese sitio, aguzando el oído, esperanzada en oír las risas de su hermana desde el piso de abajo. Pero en su lugar escuchó el resoplido del armario y de golpe una corriente de aire frío, casi helado, la envolvió por un segundo.
Quería gritar, estaba muerta de miedo. Vamos, se decía, vamos que eres grande. Pero la verdad era que no podía gritar porque se le había quedado seca la garganta. Estaba paralizada, aún con el lampazo en la mano. El sonido de una tecla la sobresaltó.
Solo deseaba alejarse de la mesita con la máquina de escribir, pero una fuerza mayor la obligó a mirar. No había papel, pero tampoco hacía falta. Otras teclas se sumaron al concierto y sobre el rodillo vacío, en letras de sangre, se formó un nombre de cinco letras.
No lo soportó más y venció el miedo, rompiendo la parálisis que la atenazaba en el mismo lugar. Corrió hacia la puerta trampilla y con alivio comprobó que la podía levantar sin problemas. Bajó por la escalerillas con apuro y temblando y casi cae al trastabillar en el antepenúltimo peldaño.
- ¡Mamá! ¡Mamáaaa....! - gritó mientras corría como endemoniada por el pasillo.
La encontró en la puerta principal, casi desplomada contra el marco de la puerta. Dos policías le estaban hablando y uno de ellos apoyaba una mano bondadosa sobre su hombro.
Paró de gritar y se dejó caer de rodillas al suelo.
No necesitaba saber que noticia le estaban transmitiendo.
No necesitaba, porque ya lo había visto en el desván.
En el maldito desván.

12 comentarios:

SIL dijo...

Aaaaaaaa ver, pará que me organice...

El papá había muerto hacía más de veinte años ...

Inseminación artificial (glup)
Lucía- 5 letras.
El fantasma de su padre sentenció la muerte desde su máquina de escribir...
Vaya castigo por no ir a limpiar esa vez !!

Horriblemente genial, Netuzz.

Abrazo , que llegue. :)

SIL

Con tinta violeta dijo...

Sr Neto...¿justicia divina desde el mas allá?
Vaya relato escalofriante!!!
No pensaba hoy pasar la fregona (lampazo) en casa, pero por si acaso mejor no me expongo, ja,ja.
¡Genial como siempre!
Abrazos.

Anónimo dijo...

este es severamente terrible! que genialidad de relato Neto, un castigo que no se iba a perder en el olvido de ninguna manera; todo en algún momento se ha de cobrar...
tremendo!!!

Un Poco Rara dijo...

Pobre Lucía! Ni un día de descanso! Eso entre hermanas se pacta che.

La Tomata dijo...

Te comento que estoy sola en mi casa leyendo esto y me hiciste asustar de lo lindo!! Y no es la primera vez netoo!! Sos malo con mi sensibilidad!! (y yo masoquista, porque me encanta leerte!! jeje!)

Genial relato!! Deberias hacer un corto con el, es exelente!!! (me apunto para hacer de Lucia! jeje)

Ayer escribi un nuevo post en mi blog, y realmente me gustaria conocer tu opinion, asi que si no es molestia, ya sabes donde queda! jeje

Saludos Neto!!!!

Netomancia dijo...

Doña Sil, organice menos, disfrute más ja. Tengo algo seguro, no tenga un desván y si lo tiene, no lo limpie. Deje que vivan allí las ánimas perdidas. Saludos!!

Doña Tinta, vio, le evito el trabajo, deje el lampazo para otra oportunidad. Este blog le da descanso en sus quehaceres ja. Saludos!

Don Dieguito, es que el desván se cobra todo, por ahí quién dice que no haya sido el propio lugar que mató al padre de las chicas... muchos misterios, por las dudas yo no subo. Un abrazo!

Doña Rara, las hermanas son ventajeras, por eso como hermana no tengo... ja. Saludos!

Doña Daina Tomata, soy un ser despiadado que se aprovecha de la gente que lee en soledad. Es que cuando son muchos el que se asusta soy yo jaja. Ya pasé por el blog, ya hice mi comentario, lindo tema por cierto. Gracias! Saludos!

Netomancia dijo...

Ah me olvidaba doña Tomata, ya la anoto como "Lucía". Cuando don Dieguito termine de estudiar su carrera de cine, armamos algo. Saludos!

mariarosa dijo...

¡¡Ay Neto!!

Vaya con la nueva historia. Cuantos finales se me ocurren, y me quedó con los fantasmas que habitan ese lugar, castigando a la madre o a la hermana.

Hoy si que da chucho...

mariarosa

Felipe R. Avila dijo...

Cuatro cosas cuatro:
1)Yo creo que no lo tiraron,
Kent huyó por la ventana...

2)Che,qué lindo título para una novela,neto:"cincuenta arañas escondidas"...

3)Cuando leí que el papá escritor se llamaba Martin... ya no pude imaginármelo con otra cara(para él)que la de Martin Gardella,del Living sin Tiempo...¿usted no?

4) Excelente relato,Netomancia, como siempre...

HUMO dijo...

Me gusto, pero algo no me cierra.
Y te digo el que:Cuando comencé a leer, lo cité en un tiempoviejo, asocié imaginariamente la palabra desván, Lampazo y luego cuando hablaste de inseminación etc, me chocó, porque me tuve que citar en un tiempo actual y no me cuadraba el hecho de que hoy en día las chicas limpien haciendo caso a su mamita, sobretodo si al menos pasaran la aspiradora...No sé, me entendés lo que te digo?
Es solo una observación, me gusta ser honesta. Me parece que hubiese quedado mejor un 1945, por asi decir y que el padre haya muerto antes de dar a luz su madre etc.
me cerraría mejor.

Mil besos!

=) HUMO

camila-ilustraciones dijo...

Pero como no señor?? cuando quiera me envia un guion y se lo ilustro...=) sino hablamos y arreglamos alguna historia para hacer en conjunto!! a mi me encantaria!!... =)

Besotes!!

Netomancia dijo...

Doña Mariarosa, el final es solo insinuado, hace bien en imaginar posibilidades. Y es un hecho que los fantasmas se quedarán por siempre en esa casa. Saludos!

Don Felipe, ja, bueno, es una posibilidad. Me agendo el nombre, si quiere se lo presto. Sabés que cuando lo escribí y le di nombre "Martín" pensé lo mismo. Un abrazo Felipe y gracias!

Doña Humo, me gusta su observación, en el sentido que no previne que pudiera leerse como un cuento en una época remota. Y sabe que releyendo, es más efectivo quizá como usted dice e incluso, hasta omitiendo ciertas partes, no perdería fuerza la idea. Me gusta que sea sincera, claro que si! Mil gracias!! Saludos!

Cami, ya nos pondremos en contacto! Saludos amiga!