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25 de septiembre de 2009

El muerto a la cabeza

Miró la hora. Casi las ocho de la noche. Su mujer había salido y le había dejado un pollo en el horno cocinándose.
Le recalcó bien clarito, que lo cuidara, que no permitiera que se dorara de más y que fuera moviendo las papas para que no se pegaran a la fuente. "Y por favor Roberto, prestale atención, que esta noche viene tu mamá y no quiero quedar mal. Hacé una bien Roberto, por una vez en la vida" le había dicho antes de salir hasta la panadería a comprar unas masas finas.
Volvió a mirar la hora. Casi las ocho. Venía jugándole desde hacía dos días, al 47 a la cabeza en la quiniela nocturna. Tenía un pálpito que prácticamente no lo dejaba dormir. Y por cábala se hacía una escapada hasta la agencia de quiniela que le quedaba a la vuelta siempre cinco minutos antes de las ocho, es decir, cinco minutos antes de cerrar.
Pero su mujer no volvía. ¿Se habría quedado a charlar en el camino con alguna vecina? Justo esa noche tenía que demorarse. No iba a llegar. Volvió a mirar la hora en el reloj con fondo de frutas que colgaba en la pared de la cocina.
Se acercó al horno y espió el pollo. Estaba dorado, lindo y el olor que invadía la cocina era buen indicio. ¿Cuánto podía tardar en ir hasta la agencia de quiniela y volver? ¿Diez minutos? Entre que iba, jugaba el número, hablaba dos palabras con Manuel, el quinielero...
Pero... y si justo regresaba su mujer y encontraba la casa vacía. O peor aún, llegaba antes su madre y dado que nadie le abriría, se quedaría esperando afuera y ahí si, con seguridad llegaba su mujer con la escena de la suegra en la entrada y la casa vacía. Y el pollo en el horno quemándose. Seguro, seguro. Podía ponerle la firma.
El pálpito. No podía dejar de pensar en el 47. Según la tabla de los sueños, el muerto. Pero muerto iba a terminar él si dejaba el pollo solo y volvía su mujer. Volvió a mirar el reloj. Las ocho en punto. Manuel debía estar preguntándose porque no había aparecido. ¿Pensaría que lo jugué en otra agencia? No, no lo creía. La manecilla del reloj se desplazó un poco más. Ya había pasado un minuto. Manuel estaría echando llave a la puerta, bajando la persiana preparándose para partir hacia su casa.
El pálpito era fuerte. La pucha, que era fuerte. Esa noche salía el 47 seguro. Y el cuidando el pollo. ¿Y si salía ya mismo por la puerta, corría hasta la agencia como para agarrar a Manuel antes de que se fuera y jugaba la apuesta?
Si, no podía más. No lo resistía. Tomó la billetera que estaba arriba de la mesa y las llaves. El pollo podía irse al mismísimo infierno. Su madre y su mujer también. Nada iba a...
Escuchó abrirse la puerta del frente. La voz de su mujer, que según él era como el chillido de un gato al que le pisaron una pata, le llegó claramente a los oídos. Y también la de su madre. Por eso se había demorado, la había pasado a buscar. Si hubiese salido hacia la agencia cinco minutos antes habrían encontrado la casa sola y tremendo problema hubiese tenido. Las saludo y ayudó con las bolsas. Cuando miró el reloj ya era muy tarde, no había posibilidad alguna de jugar el número.
La idea del 47 no lo abandonó en toda la cena. El pollo se le atragantaba de bronca. No quiso escuchar los resultados por la radio ni ve la televisión. ¿Para qué amargarse con el 47 a la cabeza? Porque seguro que había salido el 47 a la cabeza.
Se fue su madre. Ayudó a limpiar la cocina. Y se acostó.
Por la mañana se despertó con mal humor. Había soñado con la quiniela y que Manuel le decía "que suerte la suya, qué suerte la suya" en tanto le mostraba el extracto del sorteo con un 47 enorme en el primer lugar.
Se acomodó en la mesa para desayunar. Su mujer le dejó el diario a mano. El papel estaba algo húmedo. Otra vez el pavote que hacía el reparto lo había dejado caer sobre el jardín delantero.
No quería hojearlo. Lo miró de reojo sin prestarle atención a los titulares. Solo pensaba en ir directo a la página donde estaban los resultados, pero la idea de toparse con el 47 era muy chocante. ¿Cuánto podría haber ganado? Al menos para un auto le podría haber alcanzado. Lo lindo que hubiese sido cambiar el Citroen.
Tomó el diario, metió los dedos entre las hojas del medio y lo desplegó sobre la mesa. Sus ojos buscaron lo inevitable y allí estaba el muerto.
Quedó paralizado, atónito. Dejó caer la cuchara con la que, usando la otra mano, le estaba colocando azúcar al café. Su mujer lo miró por encima de los anteojos desde el otro de la mesa.
Roberto carraspeó y se golpeó el pecho. Sentía que le faltaba el aire, de repente el diario le daba vueltas delante de su vista, lo mismo que la mesa, la taza y las galletitas. Algo cercano al desmayo parecía apoderarse de su cuerpo, pero combatió para librarse de la sensación.
Con lágrimas en los ojos volvió a fijar su vista en el diario y se llevó una mano a la boca, para reprimir el gemido que nacía desde lo más produndo de su ser. El diario decía "Asaltan agencia de quiniela y matan a su dueño. Sucedió anoche a las ocho en punto. Manuel Larrazabal murió en el acto".
Su mujer se acercó para ver que le pasaba y él la abrazó. Parecía no poder hablar, pero sus labios musitaron las primeras palabras que el cerebro le dictó: "Qué suerte que tengo mi vida, que suerte que tengo...".

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Neto, desde el principio pensé que el 47 había salido premiado y que Roberto tomaría a su mujer por el cuello o algo así. Nunca se me ocurrió pensar en este final tan sorprendente.

Fantástico cuento de suspense con un desenlace digno de ti.
Eres un gran escritor.
Saludos

Felipe R. Avila dijo...

Al final, salió el muerto...

Anónimo dijo...

si al final la suerte es más macabra que el premio final en esta loteria oscura que es la vida no? al final la pulseada la ganó la muerte decía el tango, gran conocedor de estas aventuras enigmáticas.
Como me cambiaste la jugada al final Neto!
Esa manera de darnos vueltas las historias de un párrafo al otro es genial, y yo no sé si no lo disfrutas desde detrás de la pantalla imaginándote nuestras caras de sorprendidos jajaja!
Un abrazo enorme!

Mannelig dijo...

No puedo resistirlo. ¿Voy a quedarme en casa esta tarde, como tenía planeado? Ni por asomo. Voy a por la billetera...

Anónimo dijo...

el premio mayor no siempre se cuenta con ceros.

muy bueno Neto!! me gusto pa viernes.




un besito, que tengas lindo finde.

HUMO dijo...

Mi vida, pobrecito! ...me encantó como todo lo que escribís, que queres que te diga, soy tu fans!

=) HUMO

Netomancia dijo...

Luis, gracias por sus palabras. Me propuse este juego, sobre los significados, lo que en la jerga quinielera en nuestro país representa ese número y cómo se puede crear suspenso en un ambiente donde lo que menos uno se imagina, es lo trágico. Un abrazo!

Felipe, exacto. Es la definición justa. Saludos!

Dieguito, jaja, me encantaría poder estar al lado de cada uno, expectante a que terminen la lectura, para saber la sensación que les deja. Un abrazo amigazo!

Don Mannelig, noooo! Le recomiendo apostar online, es más seguro. Gracias!

Sonia, muy bien dicho. Entre el dinero y la vida, sabemos con cuál quedarnos. Saludos!

Doña Humo, muchas gracias. Ya le voy a hacer llegar la calcomanía oficial del club de fans jaja. Besos.

LOLI dijo...

Aunque yo lea y no comente tambien quiero la calcomanía¿ok? ;)

UN BESAZO

Netomancia dijo...

Para pegar sobre vidrio o la común con el pegamento en la parte de atrás?

Felipe R. Avila dijo...

Neto, ¿yo puedo anotarme con esa calcomania suya donde se lo ve de frente,
escribiendo en una vieja "Olivetti Lettera" verde, de la que sale humo?
¡Esa, esa! Esa calcomania donde usted está mirando de frente y a su lado varios monstruitos,uno con un hacha enla cabeza, seres simpáticos de tan feos, algo así como esaimagen de Alfred Hichtcock en esa vieja serie de Tv...esa..Bueno,
guárdeme dos calcomanías,
por favor.
F.

Lisandro dijo...

Me quede sorprendido, imagine que la mujer iba a ser asecinada, que el numero iba a salir y de la bronca mataba al hombre de la agencia y despues se mataba él.... pero no... no sucedio y otra vez lograste que me sorprenda... Este texto por más que sea ficcion o no, da a entender de que por algo sucede lo que sucede... un abrazo amigo!

Netomancia dijo...

Felipe, pero por supuesto, anótese. Ahora... necesito que hagan el dibujo. Abro la convocatoria para los dibujantes que suelen pasar por el blog. Tome un número Felipe, quiero ver que le sale. Jaja. Ahora el desafío se lo tiro yo. Un abrazo!

Lisandro, había uqe buscarle la vuelta para que lo obvio o alternativa de lo obvio no resultase justamente, lo obvio. Ja! Saludos!!!

SIL dijo...

Mirá que hace siglos que te leo y no hubo manera de adivinar para qué lado ibas a llevar ésto.
Me imaginé cualquiera.
Realmente LA SUERTE estuvo del lado de tu protagonista, de la manera menos pensada.
GREAT, Hermanito.
BESO (gigante y como puedo...)

LOLI dijo...

MMMMMMM,PUEDO ELEGIR LAS DOS? ;-)

Felipe ponte a la cola,que yo voy antes :-)

GRACIAS NETO.
MUAACK

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que final Neto, la verdad totalmente inesperado... Me quede con la boca abierta, porque había imaginado otros finales.
El cuento esta muy bueno, porque ademas al principio es muy gracioso, y después te llega el final como una patada.
Excelente!

Netomancia dijo...

Sil, Carla, muchas gracias!
Loli, bueno, pero me parece que Felipe se te quiere adelantar!