Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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25 de agosto de 2009

Lo que no se ve

La toco y le digo:
¿Te vas a despertar gorda? Porque parece dormida. Su pelaje suave al tacto, su color naranja brillante... tan solo está acostada, inmóvil, inerte. Entonces la zamarreo con cariño, esperando en vano que se mueva, sabiendo que ya se ha ido.
Y viéndola envuelta en tanta paz y mordiéndome los labios, aguantando las lágrimas que afloran de adentro, la pienso viva, ágil, arisca. La pienso vestida de días. Días de ayer a partir de hoy. Y ofrezco la mirada al silencio, sin detenerme especialmente en nada. O si, en la cruz que no está muy lejos, símbolo de la iglesia vecina, testigo irónico de la partida.
Y sin poder evitarlo, recuerdo los otros adioses recientes, los que calaron el corazón llevándose una parte en la huída. Y lo creo imposible, pero van para seis años sin el abuelo y dos sin la abuela. El ardor en mi pecho se vuelve una llama y ya no siento lágrimas, sino perlas de fuego. Una muerte me lleva a la otra y me anclan inevitablemente a la vida.
Siento el pelaje bajo mis dedos pero ya el corazón no late. El mío se hace más chico. Más duro. Más frío. Quisiera implorar un milagro, por cada muerte pasada.
Y sin embargo no es la tristeza la que me abraza, sino la resignación. Me atrapa, sutil, sin palabras, casi como sabiendo que allí me encontraría, de rodillas ante la muerte, sin poder hacer nada. Un inútil viviente.
Me guardo para mi sus últimos manotazos en vida, sus estertores finales, sus ojos revoloteando asustados, los quejidos sin fuerzas, sus pasos tambaleantes, el colapso de su cuerpo, el orín empapando sus patitas. No quiero pensar en las causas, en la mano maldita de algún hijo de puta, tan solo quiero quedarme con ella, como no pude hacerlo con la gente que amaba, en ese instante final, en esa despedida para siempre.
La brisa parece querer consolar lo irremediable. El trino de los pájaros suena a misericordia. Mi silencio es pena indigerible.
Los minutos en soledad, valen su peso en oro.
Escucho pasos y una voz que pregunta: ¿Y?
Respondo tras un suspiro, como si me demandara todas mis fuerzas: "Ya está. Ya se fue".
Allí está, recostada sobre el cemento frío. Como si estuviera durmiendo. Y comprendo en medio del dolor lo frágil que es la vida y lo que verdaderamente somos: una fuerza invisible.
Comprendo que entre ese cuerpo sin vida y el animal que era, la diferencia es exigua. Es algo que no vemos y que a veces llamamos alma. Pero no existe ante nuestros ojos, tan solo lo que logra su presencia. Entonces, arrodillado ante el saco de huesos color naranja, me doy cuenta entre lágrimas que creo en algo que no podemos ver, que no podemos tocar pero que sin embargo se puede sentir.
Y por más que nos preocupemos de nuestro físico, de nuestra apariencia, de nuestro ser visible, lejos estamos de ser tan poca cosa. Porque los seres vivos, somos lo que no se ve.
Sin ese algo, dejamos de existir.
Sin ese algo, el animalito no se va a despertar.
Y entonces mi algo me permite un consuelo, el de proyectar esa existencia que ya no es, en mi mente, donde, más allá que exista o no un lugar después de la muerte, yo pueda mantenerlos vivo, al menos en el recuerdo, en la presencia intangible de la memoria. Y allí, la veo corretear tan grácil como siempre, pero no tan arisca, dejándose acariciar de a ratos por mis abuelos queridos, que pasean sin prisa bajo el sol cálido de una tarde hermosa de invierno.

12 comentarios:

SIL dijo...

No. No y NO.
No a esta hora!!!!!!!!!!!

Hay tanto más de vida que de muerte en este relato...!!!
¨Porque los seres vivos, somos lo que no se ve.
Sin ese algo, dejamos de existir¨

GRACIAS, por encender una luz de esperanza en aquellos que perdimos a tantos seres amados...
HRACIAS.
Un beso, hermanito.

SIL dijo...

Testado: H.no vale. Sobre-raspado: G.- Vale.

Taller Literario Kapasulino dijo...

Que increible... ese final tan dulce y triste pero no tanto porque sabes que es feliz.
Me gusto como describis el sentimiento de la muerte. como con la ida de un perrito podes marcar y llegar a otras cosas. El sentimiento de lo que es ir perdiendo personas, carinños, momentos, mascotas.
El saber que todo termina, y todos de apoco se van a ir como llegaron en nuestras vidas.

Maga h dijo...

La muerte siempre me ha parecido un milagro, tan inexplicable como la vida.
Has hecho que sea mas posible ver la muerte de esa manera.

Un abrazo

MAGAH

Mannelig dijo...

Un texto verdaderamente hermoso.

LOLI dijo...

Me hicistes llorar,hace dos meses vi la ultima muerte, la de mi gatito y has descrito tan bien todo lo que sentí.
UN BESAZO

leoriginaldisaster dijo...

Que hermoso neto. Este relato o escrito.. toca hacia adentro.
mas que creer en algo que no se ve.. yo creo que ya se sabe que hay algo que no se ve, que esta ahi, siempre:)
un gran abrazo amigo!un placer.

pd:hoy no fui el primero eh:P

Harold Diaz dijo...

Excelente relato a la vida, ¿Cómo se reacciona ante la muerte?

el oso dijo...

La vida y la muerte como caras de una moneda que se cae al piso y no encontramos ni con linterna.
Este relato es el hallazgo.
Abrazo

Martín Gardella dijo...

Como algo sobre la muerte puede estar tan hermosamente escrito?? Vaya contradicción! Pero me dejas sin palabras. Tus letras no me dejan de asombrar. Triste, pero excelente! Un abrazo

Atenea Kamet dijo...

Qué buen augurio para la muerte, pensar que existe un lugarmás allá. Sea éste en otro mundo? sea, en nuestra memoria... Un lugar donde todos nuestros seres queridos vivirán por siempre y se encontrarán una y mil veces, con nosotros es sencillamente un mensaje a la vida.
Besos

Netomancia dijo...

Me encanta que hayan encontrado esperanza en este relato. Que para algunos, más allá de la muerte presente, esté lleno de vida.
Gracias por los comentarios, por expresar sentimientos que han sido enormemente bienvenidos.
Saludos a todos!