Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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4 de febrero de 2009

El regreso

Fue como un sueño, hasta que comencé a despertar. Era como si la oscuridad me hubiese invadido. La noche sumió al día en la penumbra y el cielo se cubrió de extraños seres alados, que a cada batir de alas desprendían chillidos tan agudos como terroríficos.
El firme terreno que hasta entonces pisaba se convirtió de repente en un pantano de dudosa espesura. Fue en vano escapar, me hundía, caía en él. Logré asirme de unas ramas secas que luego descubrí, era huesos de humanos en descomposición.
El olor... no puedo describirlo. Me cuesta encontrar palabras para ello. Parecía estar vivo. El olor jugaba conmigo, se divertía haciéndome recordar cosas buenas para luego mostrarme el rostro fétido de la muerte.
En medio de la nada, no estaba sola. Curiosos sonidos delataban la presencia de siniestras figuras ocultas en la viscosidad del anominato. No había estrellas, ni luna, no había horizonte ni certezas.
Vagué a oscuras durante noches y noches, cayendo de rodillas de vez en cuando, pero incorporándome antes que los seres ocultos me alcanzaran. Caminé en círculos supongo, porque siempre caía en el mismo lodo y me asía a los mismos huesos. Escapé mil veces de las mismas figuras y me estremecí ante los mismos sonidos.
Fui presa del pánico y rehén de la locura durante una eternidad. Hasta que desperté.
Pareció como si en el cielo se abriera una grieta y que desde allí se filtrara un pequeño haz de luz, tan pequeño que parecía una ilusión. Pero se ensanchó de a poco y de pronto, tras un manto nebuloso, me di cuenta que veía y que ya no quedaban rastros de las diabólicas aves.
Me sonrió un rostro conocido, como de otra vida, tan familiar para mi que me dolió en el corazón no reconocerlo. Una mano tomó la mía y sintiendo su calor, supe que me daba fuerzas.
- Corazón - me dijo con voz dulce y emocionada, casi al borde del llanto - bienvenida de nuevo, ya todo quedará atrás y vas a estar bien. Vas a ver.
Y por más que le creí y me sentí mejor, no supe de lo que me hablaba.

1 comentario:

el oso dijo...

Los renaceres son más difíciles que las muertes.
El debate entre el no ser para alguien y el ser para nadie se me plantea en esta lectura. Deja un extraño sabor... tal vez un remedo del olor del texto...